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LA ISLA


                             Había una vez una isla donde habitaban los sentimientos: La alegría, la vanidad, la tristeza y muchos
                         más, incluyendo al amor.

                             Un día, se les avisó a los moradores que la isla iba a ser infectada por un virus mortal. Entonces todos
                         los sentimientos se apresuraron a escapar, tratando de llegar a la isla de enfrente donde la INTUICION
                         dijo que, para ella, no estaba todavía infectada. Cada uno tomo su barco o su bote y se prepararon a partir,
                         pero el AMOR… el AMOR no se iba, porque quería quedarse un rato más en la isla que tanto amaba, antes
                         de que sucumbiese al terrible virus.

                             La PREVISION ya había suministrado a todos unos barbijos y tarritos con alcohol en gel. De uno en
                         uno fueron partiendo, huyendo de semejante pandemia, pero el AMOR se resistía:
                             Un ratito más, todavía no estoy preparado para partir, decía, si todavía me queda alcohol.

                             Cuando por fin, al ver que su alcohol en gel se estaba acabando, se fue acercando hacia la playa y
                         comenzó a pedir ayuda.

                             En eso venia la RIQUEZA y el AMOR dijo: RIQUEZA:
                             ¿Me llevas con vos?

                             No puedo, hay mucho oro y plata en mi barco, no tengo espacio para vos. Le pidió ayuda a la VANI-
                         DAD, que también venia pasando:

                             VANIDAD, por favor ayudame. No te puedo ayudar, AMOR. Vos estas todo mojado y vas a arruinar
                         mi barco nuevo.
                             Paso la SOVERVIA, y a su pedido le respondió: AMOR, vos no estas a mi altura.

                             Le pregunto a la IRA e imagínense como le contesto
                             A la PRISA ni siquiera llego a verla de lo rápido que se fue.

                             Entonces, el AMOR le pidió ayuda a la TRISTEZA:
                             TRISTEZA, ¿me dejas ir con vos? Ay AMOR! Estoy tan triste que prefiero ir sola...

                             Paso la ALEGRÍA, pero ella estaba tan ALEGRE que ni oyó llamar al AMOR.
                             Desesperado, sabiendo que su alcohol se terminaba el AMOR comenzó a llorar, viendo que todos ya
                         habían partido.
                             Casi resignado a morir por amor a esa vida que hasta entonces había tenido, se arrimo a la orilla para
                         mojar por última vez sus pies en el agua tibia. Cuando ya solo le quedaba una última gotita de alcohol,
                         escucho una voz que le llamaba. Era un viejito de larga barba blanca en su botecito de remo que le decía:
                             AMOR, vení, subí, yo te voy a salvar.
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