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INOCENCIA


                             Luis tiene una hermana que padece una grave enfermedad. Una lesión de la médula ósea, un trastor-
                         no que tiene que ver con la falta de formación de glóbulos rojos y de glóbulos blancos.

                             Para arreglar esta situación dijeron los médicos que hay que hacer un transplante de médula ósea y
                         en tanto esto sea, a veces se requieren transfusiones. Los doctores estaban buscando alguien que pudiera
                         transfundir a esta niña para poder salvarle la vida, pero los tests de compatibilidad no daban con lo que
                         se necesita porque era muy difícil encontrar sangre que fuera absolutamente compatible.
                             Se descubrió en un examen que la sangre de Luisito,el hermano menor de la nena enfermita, un chico
                         que tiene entre cuatro y cinco años era exactamente compatible. El médico pidió permiso a los padres
                         para explicarle a Luisito lo que pasaba debido a que estos no querían obligarlo a que hiciera nada que el
                         no quisiera. Así que el médico fue a hablar con Luisito se sentó y le dijo:

                             Luis: Vos sabés que tu hermana está muy enferma, ¿Verdad?
                             Luisito dijo:

                             Si, lo se.
                             Y... ¿Vos querés a tu hermana?

                             Luisito conterstó:
                             Si claro... Mucho.

                             Mirá Luisito, dijo el doctor. Tu hermana tiene una enfermedad muy grave y hay una sola manera de
                         curarla y es dándole la sangre que tu hermana no puede, en este momento, fabricar y la única sangre que
                         encontramos que le sirve es la tuya. Esto no es doloroso, te vamos a pinchar, si es que vos tenés ganas,
                         pero nadie va a hacer esto si vos no querés. Por eso queremos preguntarte si vos estás de acuerdo en dar
                         tu sangre para que tu hermana pueda vivir.
                              A Luisito se le llenaron los ojos de lágrimas. Aunque no entendía muy bien lo que le estaban dicien-
                         do, o por lo menos, así parecía, el dijo:
                             Y... ¿Cuándo sería?

                             Bueno... dijo el Doctor lo antes posible, quizás mañana.
                             Está bien, dijo Luisito. Sí a ella le va a servir, si se va a salvar.

                             Si... Estoy seguro que si, dijo el médico.
                             Está bien, volvió a decir Luisito.

                             Al día siguiente los dos estaban en una sala de hemoterapia, la hermana estaba en una camilla, muy
                         flaquita, muy pálida pero tranquila y Luisito estaba en otra camilla.

        53                   Extendé el brazo, le dijo el médico.
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