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mochilas a cuestas; igual rapeleábamos que primer grupo estábamos sólo seis mujeres y
cruzábamos ríos a pie y sorteábamos los más de 20 hombres. La situación en la carrera
problemas de montar campamentos. En más fue parecida a la escuela. Ahí, lo que me impactó
34 de una vacación nos tocó empujar el coche fue que dos de mis compañeras quedaron
cuando se descomponía y desatascarlo de embarazadas y abandonaron la universidad.
la arena en las playas, haciendo camino con Ninguna de ellas se recibió de médica.
piedras para que las llantas del coche pudieran
tener tracción. Mi madre y mi padre nos Me gradué en 1982 y ese mismo año inicié la
hicieron aprender idiomas, nos exigían por residencia de Medicina Interna en uno de los
igual en el desempeño escolar y en la solución hospitales más prestigiados de nuestro país.
de los problemas cotidianos de una casa,
como arreglar una clavija eléctrica o barrer La cadena que me colgué en el cuello fue que
el jardín. Quizá esto hizo que yo nunca me era la primera mujer casada que había sido
sintiera diferente a mis compañeros varones aceptada para hacer la residencia en el Instituto
de la escuela. Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán”.
Desde el primer día sentí ese peso que no me
Me gustaba mucho jugar con las muñecas a dejó a lo largo de los tres años de residencia.
las que vacunaba con un alfiler, como se hacía Si fallo -pensaba- les cierro las puertas a todas
contra la viruela. Disfrutaba cocinar con mi las mujeres casadas que deseen hacer una
madre, ir al mercado con mis hermanas y entre residencia en esta institución. Esto hizo que
todas cargar el mandado. Ya en casa, las dos me esforzara más para demostrarles a las
más pequeñas nos manteníamos alrededor de autoridades de enseñanza que estar casada en
mi madre para ayudarla en la preparación de nada minaba mi capacidad ni compromiso.
la comida.
Puedo decir que viví con un gran peso esos
Aprendí a esforzarme, nos inculcaron el valor años, pero entregué la estafeta completa al
del trabajo. Crecí levantando la mano en el terminar la residencia sin faltar, sin pretextos
colegio, diciendo lo que creía que tenía que y embarazada; un nuevo moño de ese regalo
decir y defendiendo lo que debía ser defendido, de ser mujer y médica.
siempre con la firme convicción de ser “médico”.
Nunca pensé siquiera que ser mujer me hacía Durante la residencia, uno de mis compañeros
diferente para ello. me preguntó si alguna vez había tenido
problemas con pacientes que no hayan querido
De adolescente, las cosas empezaron a cambiar atenderse conmigo por ser mujer, y creo que
un poco porque fui dándome cuenta que puedo decir que no. Sólo una ocasión, en el
alrededor mío las cosas no eran como en casa, área de “privados” del Instituto, un familiar me
y que a muchas de mis compañeras ya no les preguntó si yo era el “médico”, con un tono,
permitían seguir estudiando: las casaban y no de burla, sino de duda. Al menos para mi
pagaban dote por sus bodas. Empezó a crecer corazón, la pregunta fue porque me veía muy
en mí una gran indignación frente a lo que era, joven, pero a ciencia cierta hoy no lo sé. Fui su
para mí, una situación de terrible injusticia hacia “médico” en el sector, hice la historia clínica y
ellas, y nada parecía poder hacerse para evitarlo. seguí con los procedimientos, ya sin obstáculos
ni más preguntas.
La primera vez que sentí una amenaza para lo
que yo entendía como mi camino, fue cuando En nuestro país, la gente es muy agradecida
con mucha alegría comuniqué a mi entonces con las y los médicos, a quienes les dan con
novio que había sido aceptada en la Universidad mucha frecuencia regalos, y confieso que
Nacional Autónoma de México (UNAM) para durante la residencia, las y los pacientes me
estudiar Medicina. Su madre mencionó poco regalaban muñecos en agradecimiento a mi
después que la medicina no era carrera para trabajo. Recibí decenas de ellos, no perfumes,
una mujer. Sus palabras retumbaron en mi no libros, no chocolates… sólo muñecos. Esto
cabeza y la sensación se me bajó al estómago. cambió cuando me embaracé. Durante casi
Sin más, terminé con mi novio y entré a la dos años, básicamente vestí a mi hijo con los
Facultad de Medicina. regalos que recibí durante los últimos meses
de la residencia. (Pasé de niña a madre a los
En la escuela, las cosas también fueron ojos de mis pacientes).
diferentes, pues cursé la carrera en el Plan
de Medicina General Integral A-36, donde Cuando iba a terminar Medicina Interna,
debíamos ser 36 estudiantes. No recuerdo con yo deseaba estudiar Infectología. Confieso
exactitud cuántos éramos en total; pero en mi que hubiese querido dejar un año entre