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PARA CoMPARtIR



               Así, en las unidades de la Secretaría de Salud a nivel nacional, durante 2011 se realizaron 704,901 citologías a
               mujeres de 25 a 34 años, de las cuales 25,795 resultaron con diagnóstico citológico anormal (3.7%). 3


               En las entidades federativas se continúa realizando citologías a las mujeres de 35 a 64 años. Durante el año 2011 se
               realizaron 815,255 citologías de primera vez en la vida y primera vez después de tres años en este grupo de edad; de
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               estas, 28,505 (3.5%)  tuvieron resultado citológico anormal.
               En cuanto al tamizaje con prueba de VPH, se realizaron 651,449 pruebas (43% de cobertura) a mujeres de 35 a 64
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               años; 47,575 (7.3%)  resultaron positivas. No obstante, solo 8,308 (17.5%) de las mujeres con resultado positivo
               acudieron a citología complementaria, cuando se esperaba que se presentara el 85%. De ellas, 1,014 (12.2%)
               tuvieron un diagnóstico citológico anormal.


               Los  datos  anteriores muestran que la  detección temprana  de lesiones,  estrategia  sustantiva del programa, es
               evidentemente útil y de gran valor para evitar que devengan en CaCu; sin embargo, es visible la existencia de problemas
               para que las mujeres den continuidad al proceso de detección, lo finalicen y sigan el tratamiento indicado, por lo que
               resulta imprescindible asegurar la atención oportuna y adecuada de las mujeres en clínica y en el tratamiento para
               contribuir a la disminución, a mediano y largo plazo, del número de defunciones por ese padecimiento. En ese sentido,
               es indispensable conocer los motivos por los cuales las mujeres no acuden ni siguen todos los pasos para su diagnóstico,
               detección y atención.

               En el PAE de Cáncer cérvico uterino  se explica que “la persistencia de una alta mortalidad por esta causa obedece
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               (…) a fallas en la organización y operación de los servicios de salud para la detección temprana y atención del cáncer
               cérvico uterino”.

               Desde este punto de vista, los principales problemas que limitan el impacto de la prevención y el control en México
               se identifican en los rubros de promoción, detección, diagnóstico y tratamiento.





               Mirando la problemática desde el género



               Considerando lo expuesto, y desde una perspectiva social más amplia, estudios recientes de la Organización
               Panamericana de la Salud (OPS) señalan que 40 por ciento de los cánceres se puede prevenir mediante la reducción
               de los factores de riesgo y la prevención primaria, otro 30 por ciento se cura si se detecta precozmente y se trata
               apropiadamente, y todos los casos de cáncer avanzado se pueden beneficiar de los cuidados paliativos. 4

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               En el PAE de Cáncer cérvico uterino,  se ha destacado que las mujeres con mayores desventajas económicas están
               más expuestas a desarrollar el padecimiento, porque

                     afecta principalmente a las mujeres más pobres y vulnerables, con un efecto negativo para sus familias y sus
                     comunidades, al perderse de manera prematura jefas de familia, madres, esposas, hermanas, abuelas, todas ellas con
                     un papel importante e irremplazable.

               Si bien es incuestionable que las desventajas de las mujeres más pobres las exponen al CaCu, y que su salud es más
               valiosa en virtud del beneficio de su papel de “pilar” de la familia y la sociedad, es oportuno insistir en la importancia
               de su salud como un derecho humano y no reproducir la idea construida socialmente acerca de que el principal valor
               de la salud de las mujeres depende de su “ser y hacer para otros”.


               El análisis de género debe abordar las construcciones culturales que no son evidentes, pero que influyen tanto en la
               presentación del padecimiento, como en el planteamiento de los programas y en todo el proceso de atención.








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