Page 71 - Cuatro ratones en la selva negra
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Los cinco intercambiamos una mirada apesa-
dumbrada. Me fijé en que Bambo, pobrecito,
tenía lágrimas en los ojos; no se atrevía a
echar mano a las provisiones de su mochila
porque Arsenia no le quitaba ojo.
Empezamos todos a comer con una hambre
felina.
Frente al fuego nos confiamos nuestros mie-
dos, nuestras esperanzas, yeso nos reconfor-
tó. Pero yo estaba tan cansado que caí dor-
mido con el morro dentro del plato.
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