Page 19 - El disco del tiempo
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—SPOUTNIK! viens ici! —El perro continuó corriendo alrededor de la
habitación. Tenía en la boca una hoja de papel enrollada y retaba a su dueño a
jugar.
–¡Está bien! Sé bueno y regrésame ese documento. Es muy importante para mí.
El spaniel —el perro de mirada de hombre— se divertía de lo lindo, agazapado
en actitud de cazador, retando al muchacho.
—¿Qué no ves que he trabajado mucho para encontrar ese artículo en la
biblioteca? Lo voy a escanear para ponerlo en mi sitio web dedicado al Disco de
Festos. Ya sabes lo que es eso, ¿verdad, Spoutnik? Spoutnik se llamaba así
puesto que el sentido de su vida era orbitar alrededor de Philippe.
Éste se rascó la cabeza, con lo que se alborotó aún más el cabello, del que decía
su madre que era un nido de golondrinas. Hacía frío allá afuera y Philippe tenía
puesta una bufanda que había sido de su abuelo. Se la quitó, la convirtió en
pelota y la lanzó a Spoutnik, que cayó en la trampa y dejó la hoja de papel en
paz.
—¡Caíste, amigo!
Philippe puso la hoja en el escáner y aguardó. Estudiante del quinto año de
Ingeniería Informática en la École Supérieure d’Informatique de Paris, se abría
paso entre la carga de sus estudios y su proyecto final de robótica para mantener
en internet un sitio personal dedicado a una de sus pasiones desde que tenía
catorce años: el Disco de Festos.
Hijo único en un hogar de agricultores de Normandía, su hermano era Spoutnik,
su preocupación concluir sus estudios, su afición musical el rock… y su misión
luchar por el derecho a la salud de los fumadores pasivos. Todo esto le cabía en
la vida y en la página que en internet dedicara al extraño disco de arcilla del que
tan poco sabía.
—Es increíble la cantidad de cosas que la gente puede escribir en internet —
reflexionó— pues había realizado una navegación exhaustiva en torno al Disco
de Festos para poner al corriente su página.