Page 21 - Ciudad Equis 1985
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El gato de Fernando se llamaba Perro.


               Al principio da la impresión de que no es el mejor nombre para un minino; sin
               embargo, si hubieras conocido a Perro no te parecería tan extraño.


               Perro tenía orejas largas y puntiagudas, y no diminutas como los gatos; cuando
               estaba feliz movía la cola; de su hocico, en lugar de brotar agudos maullidos
               surgía un quejido ronco muy parecido al ladrido de un pequeño can.


               Perro era un perro atrapado en un cuerpo de gato al que por suerte le había
               dado por seguir su verdadero instinto. El universo está lleno de elementos que se
               revelan contra un destino que no les corresponde.
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