Page 81 - LIBRO DE LA SEGUNDA PARTE DE LA CREENCIA DE LA RELIGIONESLISTO
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facilidad, un público dispuesto a
        escucharles y que Ir entregaba, como
        recompense, alguna moneda de oro o
             de plata, con tal de que se les
          anunciase sucesos favorables y les
        tranquilizara ante las densas sombras
                        del futuro.


        El doctor Nostradamus no pertenecía
              a esta abominable ralea de

          falseadores charlatanes ni sacaba
        Provecho alguno de sus predicciones.
           La luz divina se encendía en él y
             penetraba en los misterios del
             Futuro; no era, pues, fruto de
             improvisadas charlatanerías
        Completamente solo, en el silencio de
        la noche, Nostradamus se acomodaba
               en el sillón, rodeado de los
          instrumentos que utilizaba y de los
         textos en los que bebía su misteriosa
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