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Primeros Auxilios. Tema 4
 Cuando alguien nos cuenta sus preocupaciones debemos tomarlas seriamente y no aligerarlas ni responder con automatismos del tipo “tranquila”, “no se preocupe”, “si seguro que no es nada”, etc. Estas frases hechas, en el fondo, van dirigidas a calmar la ansiedad que nos produce a nosotros mismos el pensar en el sufrimiento ajeno o en la posibilidad de que no logremos apaciguarlo, pero no sirven en absoluto a la persona que sufre, de hecho, suelen tener el efecto opuesto potenciando su ansiedad o haciéndoles perder la confianza en nosotros, ya que le estamos restando importancia a algo que para ellos es una gran preocupación personal.
- Actuar con humildad y reconocer nuestro desconocimiento cuando aparezca, dándonos permiso a nosotros mismos para aceptar que haya cosas que no podamos saber.
Ejemplo: “No lo sé, Carmen. No te puedo decir qué va a pasar. Pero te aseguro que todos haremos todo lo posible para que se recupere.”
Desconocer la situación emocional de la persona por no habernos encontrado en esa misma situación, no significa que no podamos prestar una gran ayuda.
Ejemplo: “No puedo saber cómo te sientes, Carmen, porque efectivamente no tengo hijos. Pero me gustaría saber qué es lo que piensas. Puedo ayudarte aunque no esté en tu misma situación.”
Siempre será mejor reconocer que algo no se sabe que dar falsas esperanzas. La transmisión de expectativas infundadas (“tranquila, seguro que todo saldrá bien”, etc.) sólo retrasa, cuando no dificulta, el proceso natural de aceptación.
- Establecer un modelo de comunicación deliberativo en el que lo preguntemos en lugar de presuponer las cosas, teniendo en cuenta a la otra persona, evitando modelos autoritarios o paternalistas. Podemos ser directivos, pero respetuosos cuando la persona esté inmersa en estados emocionales muy intensos y sea difícil conectar con ella a nivel racional. Ante todo deberemos dar autonomía a los afectados y respetar su derecho a tomar sus propias decisiones.
Los mensajes “YO” nos hacen responsables de lo que decimos y evitan la imposición, de manera que facilitan la cooperación de la persona y su acuerdo: “en mi opinión...”, “yo creo que...” en lugar de “tiene que...”, “debería...”.
- Extinguir aquellas conductas no deseadas retirando la fuente de gratificación o no prestando atención a la persona mientras se mantengan las mismas. Retirar la atención implica comportarse como si no se hubiera visto, escuchado o percibido en general, la conducta que queremos hacer disminuir o desaparecer (discurso insultante, etc.) dando una mayor atención a comportamientos o discursos adecuados. Hay que tener cuidado y analizar cuidadosamente cuándo realizarla sin comprometer la relación de ayuda que ante todo será prioritaria.
- En ocasiones manejar los silencios resulta complicado porque tenemos la sensación de tener que hablar o pensamos que si no lo hacemos no estamos prestando ayuda suficiente. El silencio es también un recurso en la relación de ayuda y su combinación con un contacto físico adecuado, con una mirada o con un gesto, puede ser en un momento dado, más potente que un discurso.
 Berta Pinilla Santos /Jorge Sances Criado
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