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Empleo del espacio: al otorgarles movimiento a sus cuerpos, las personas emplean el espacio inmediato. La forma en que lo hacen ofrece información significativa acerca de las relaciones entre los comunicantes. Esto varía de acuerdo con las diferentes culturas, las edades, los rangos sociales, y particularmente de acuerdo con la situación comunicativa en que se encuentren.
Como hemos visto, todo lo que hacemos con nuestro ser físico, comunica. Para proponerse ser mejor comunicador hay que tener en cuenta la expresión corporal, tanto en la función del emisor como en la del receptor, ya que se conoce mucho del otro observando cuidadosamente los mensajes de la extraverbalidad. El rostro y la mímica facial, la gestualidad del cuerpo, la postura y el empleo del espacio personal se integran en la actuación comunicativa de los deportistas y, paralelamente al lenguaje oral condicionan la calidad de la comunicación interpersonal.
4.4 Diseño de planificaciones deportivas con el trabajo de psicología deportiva integrado
Las viables psicológicas que influyen en el rendimiento deportivo, adquieren una relevancia mayor o menor en función del periodo de temporada al que se enfrentan los deportistas. En la proximidad de la competición, y en deportes en los que las competiciones están alejadas entre si, la intervención para el óptimo funcionamiento psicológico adquiere una importancia esencial de cara al rendimiento.
Como indican Weinberg y Gould (1996), “el deportista valora de forma subjetiva la competición, cobrando importancia aspectos como la capacidad percibida, la motivación, la importancia de la situación competitiva y el adversario.”
Además dentro de cada especialidad deportiva existen unos momentos que podemos denominar de “alto riesgo” psicológico Buceta (1998), en los que el deportista se expone a numerosos estímulos potencialmente estresantes y que debe manejar de manera óptima.
Los objetivos marcados por el entrenador, pueden ser revisados por el psicólogo del deporte en la intención de cumplir con los principios que la técnica de establecimiento de objetivos marca para su repercusión psicológica adecuada (ver Ortín y Olmedilla 2001).
La intervención psicológica de cara a la competición parte de una rigurosa evaluación del deportista, la obtención de datos y la interpretación de los mismos (Anguera 2002).



























































































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