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BLOQUE COMÚN NIVEL 3 – Factores psicosociales del alto rendimiento
Tema 1 – Características y exigencias psicológicas de los deportistas y equipos de alto rendimiento
La autoconfianza se basa en la percepción de control de un individuo sobre la situación. Si la persona percibe que controla la situación, probablemente tendrá éxito (o al menos afrontará la situación con expectativas de tenerlo). Si no la controla, lo que se produce es la indefensión, lo cual va a disminuir sus resultados.
Uno de los hallazgos más consistentes en psicología sobre la ejecución deportiva es la correlación directa entre la autoconfianza y el éxito. Los y las deportistas que sobresalen tienen un elevado nivel de autoconfianza. Ésta se ha ido desarrollando durante años y, con frecuencia, es el resultado del pensamiento positivo y de las experiencias exitosas.
Así, los pensamientos afectan directamente a los sentimientos y, a la larga, influyen en las acciones. Resumiendo, si yo creo que voy a hacer algo bien (confío en mis posibilidades) hay más probabilidad de que lo haga bien. Si yo no confío en mis posibilidades, hay menos probabilidad de que lo haga bien.
La labor del Técnico Deportivo será enseñar a sus deportistas a reconocer y controlar sus pensamientos. La cuestión no es si pensar o no pensar, sino qué, cuándo y cómo pensar. El autoinforme es el diálogo que una persona mantiene consigo misma cuando está realizando una actividad. En el deporte de alto rendimiento podrá consistir en frases de ánimo, dudas sobre la ejecución, ansiedad, seguridad de éxito... Ya que hemos dicho que si conseguimos tener pensamientos positivos tenemos más probabilidades de éxito, es muy importante que el autoinforme sea positivo. Lo primero de lo que tiene que ser consciente la persona es de lo que se dice a sí misma. Una vez sea consciente de lo que se dice, tendrá que intentar cambiar esos pensamientos negativos por otros positivos (de éxito).
A pesar de que las personas que llegan a la élite suelen tener una autoconfianza alta, nos vamos a encontrar con personas o situaciones que disminuyen mucho en este aspecto. Para ayudarles, nuestra labor consistirá en intentar modificar los pensamientos negativos que trae la baja autoconfianza por otros positivos. Para ello, podemos utilizar diferentes estrategias:
Con palabras o gestos de ánimo: Diciéndole cosas como: “No te preocupes, que lo vas a hacer bien”, “te he visto hacerlo un millón de veces”,... No sólo son importantes las palabras, sino también los gestos (el lenguaje no verbal) y el tono de voz. No sirve de nada que le digamos que confiamos en su resultado si nuestros gestos o cara indican lo contrario.