Page 122 - OPOSOCIAL - Estrategia Nacional contra la pobreza energetica 2019-2024
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Y es que, no se puede olvidar que una de las conclusiones que pueden extraerse de diferentes actuaciones que se han realizado en el ámbito de la eficiencia energética en nuestro país, es que la mayoría de estas ayudas son utilizadas por aquellos hogares con un nivel adquisitivo mayor que el de los hogares vulnerables a los que va dirigida esta Estrategia. Pues son aquellos hogares con mayor nivel adquisitivo los que pueden hacer frente al gasto o inversión no subvencionado que deriva de las diversas ayudas o subvenciones recogidas en las actuaciones anteriormente descritas.
Se produce por tanto la paradoja de que estas medidas no llegan a los colectivos que se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad. Por estas razones, estos hogares más vulnerables necesitarán un apoyo social y un enfoque del problema más específico que se atienda, no tanto desde una perspectiva de rentabilidad económica mediante la capitalización de los ahorros energéticos, sino más bien desde una perspectiva social de reducción de la pobreza energética y/o protección de los consumidores vulnerables. Y es que aquellas medidas dirigidas a mejorar la eficiencia energética de los hogares de los colectivos más vulnerables no pueden suponer una carga económica adicional para los afectados, al menos en el corto plazo.
A esta particularidad se suma el hecho de que la gran mayoría de hogares vulnerables suelen caracterizarse por tratarse de viviendas con sistemas de calefacción o aislamiento ineficientes, lo que aumenta la dificultad de mantener sus hogares a las temperaturas necesarias para alcanzar un mínimo nivel de confort.
Únicamente teniendo en cuenta las especificidades de estos colectivos vulnerables, se podrá tener éxito en esta lucha contra la pobreza energética. Lucha que cobra mayor importancia, si cabe, en el contexto en el que nos encontramos: una Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética, porque es precisamente en los colectivos afectados por pobreza energética con distinto grado de severidad, donde se constatan unas mayores carencias en el comportamiento energético tanto de sus viviendas como de los equipos e instalaciones que contienen.
Como consecuencia podemos ver que, a las dificultades económicas para poder hacer frente a los gastos energéticos de estos consumidores vulnerables y en riesgo de exclusión social, se unen las dificultades propias derivadas de que su gasto energético es notablemente superior que aquel que tendrían en el caso de que sus viviendas estuviesen correctamente acondicionadas tanto en la envolvente exterior como en su equipación interior.
Prácticamente la totalidad de las aportaciones recibidas en la consulta pública previa a esta Estrategia coinciden en que la eficiencia energética es el elemento clave y principal sobre el que se debería poner el foco para lograr, no solamente paliar a medio y largo plazo el problema de los colectivos afectados, sino dar una solución real incluso en términos coste eficientes al problema del mal aislamiento y equipación de estas viviendas.
Por este motivo, de la urgencia en el hacer frente a pagos en las facturas, pagos que están lejos de poder ser acometidos por estos consumidores vulnerables, se le deben sumar necesariamente medidas a medio y largo plazo que atajen el problema, lo acoten y lo minimicen, logrando un ahorro no sólo energético sino económico de primer orden.
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