Page 40 - Con un cafecito
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El  muchacho  hizo  un  esfuerzo



             supremo,  pero  al  poco  rato  se  dio



             cuenta  que  no  podía  pintar  mejor



             con  aquel  pincel  que  con  el  suyo



             propio.


                La mujer entonces dijo: “Recuer-



             da, no puedes pintar como el maes-



             tro a menos que tenga su espíritu.”
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