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Los árboles estaban tan contentos de volver a
sostener niños que se cubrieron de flores. Los
pájaros revoloteaban de un lado a otro piando
alegremente. Las flores se asomaban y reían.
Sólo en un rincón seguía siendo invierno. Allí
se encontraba un niñito. Era tan pequeño que no
alcanzaba las ramas de los árboles y daba vueltas
a su alrededor llorando amargamente. El pobre
árbol estaba aún cubierto de escarcha y nieve.
El corazón del gigante se ablandó al ver
aquello.
-¡Qué egoísta he sido! -musitó-. Ahora sé por
qué la primavera no quería venir aquí. El gigante
estaba arrepentido.
Cuando salió al jardín; los niños huyeron
asustados y el jardín volvió a ser invernal. El único
que no huyó fue el chiquitín, porque no lo había
visto llegar. El gigante se acercó y y lo subió al
árbol, el cual floreció al instante. El niño alargó los
bracitos, los echo al cuello del gigante y lo besó. Entonces los otros niños, viendo que el gigante
ya no era malo, volvieron corriendo y, con ellos, entró la primavera.
Desde ese día, los niños venían a jugar todos los días con el gigante; pero al chiquitín a quien
el gigante tanto quería, no se le volvió a ver.
Pasó el tiempo y, una mañana de invierno, el gigante vio en el rincón más alejado del jardín un
único árbol cubierto de flores blancas. Se acercó y encontró al niño que extrañaba; pero al ver
que en las palmas de las manos y en los pies tenía huellas de unos clavos, muy molesto, dijo:
-¿Quién se ha atrevido a herirte? Dímelo para sacar mi gran espada y matarlo.
-No -contestó el niño-, porque éstas son las heridas del amor.
-¿Quién eres? -dijo el gigante.
El niño sonrió al gigante, diciéndole:
-Tú me dejaste una vez jugar en tu jardín. Hoy vendrás conmigo a mi jardín, que es el Paraíso.
Y, cuando por la tarde llegaron los niños, encontraron al gigante muerto debajo del árbol
enteramente cubierto de flores blancas.
Oscar Wilde (irlándes)
Tomado de: fichasparaimprimir.com/el-gigante-egoísta-quinto-primaria/
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