Page 44 - Integrada25
P. 44

Los  árboles  estaban  tan  contentos  de  volver  a
            sostener  niños  que  se  cubrieron  de  flores.  Los

            pájaros  revoloteaban  de  un  lado  a  otro  piando
            alegremente. Las flores se asomaban y reían.

              Sólo en un rincón seguía siendo invierno. Allí
            se encontraba un niñito. Era tan pequeño que no
            alcanzaba las ramas de los árboles y daba vueltas
            a  su  alrededor  llorando  amargamente.  El  pobre
            árbol estaba aún cubierto de escarcha y nieve.

              El  corazón  del  gigante  se  ablandó  al  ver
            aquello.
              -¡Qué egoísta he sido! -musitó-. Ahora sé por

            qué la primavera no quería venir aquí. El gigante
            estaba arrepentido.
              Cuando  salió  al  jardín;  los  niños  huyeron
            asustados y el jardín volvió a ser invernal. El único
            que no huyó fue el chiquitín, porque no lo había

            visto llegar. El gigante se acercó y y lo subió al
            árbol, el cual floreció al instante. El niño alargó los
            bracitos, los echo al cuello del gigante y lo besó. Entonces los otros niños, viendo que el gigante

            ya no era malo, volvieron corriendo y, con ellos, entró la primavera.
              Desde ese día, los niños venían a jugar todos los días con el gigante; pero al chiquitín a quien
            el gigante tanto quería, no se le volvió a ver.
              Pasó el tiempo y, una mañana de invierno, el gigante vio en el rincón más alejado del jardín un

            único árbol cubierto de flores blancas. Se acercó y encontró al niño que extrañaba; pero al ver
            que en las palmas de las manos y en los pies tenía huellas de unos clavos, muy molesto, dijo:
              -¿Quién se ha atrevido a herirte? Dímelo para sacar mi gran espada y matarlo.
              -No -contestó el niño-, porque éstas son las heridas del amor.

              -¿Quién eres? -dijo el gigante.
              El niño sonrió al gigante, diciéndole:
              -Tú me dejaste una vez jugar en tu jardín. Hoy vendrás conmigo a mi jardín, que es el Paraíso.
              Y,  cuando  por  la  tarde  llegaron  los niños,  encontraron  al  gigante  muerto  debajo  del  árbol

            enteramente cubierto de flores blancas.
                                                                                           Oscar Wilde (irlándes)


                Tomado de: fichasparaimprimir.com/el-gigante-egoísta-quinto-primaria/

                                                             44
   39   40   41   42   43   44   45   46   47   48   49