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ASOCIACIÓN MUTUAL
La economía del cuidado...
Por tanto, se hace necesario, además, que la conceptualización de la economía del cuidado
se extienda al cuidado como derecho de las personas a ser cuidadas y, por otro, la necesidad
de garantizar los derechos de las personas cuidadoras.
Los patrones culturales patriarcales, aún dominantes en la región latinoamericana, repercu-
ten en la naturalización de las actividades de cuidado como una responsabilidad mayormen-
te en cabeza de la mujer pareja o esposa. De ese modo, tanto el trabajo de cuidado que se
realiza de forma no remunerada en los hogares, como el que se realiza de forma remunerada,
muestra una sobrerrepresentación de las mujeres y una baja valoración social y económica.
La Economía del Cuidado en la Región Latinoamericana.
Según la CEPAL, la Región muestra que en promedio las mujeres destinan semanalmente
hasta un tercio de su tiempo al trabajo no remunerado frente o con respecto a una décima
parte del tiempo en el caso de los hombres. Así mismo, el tiempo total del trabajo, es decir,
la suma de tiempo dedicado al trabajo remunerado y al doméstico y de cuidado no remune-
rado es superior para las mujeres.
Esta sobrecarga de trabajo no remunerado en las mujeres sigue operando como una restric-
ción para poder participar en el mercado laboral y generar ingresos propios, y para acceder
a mejores empleos y remuneraciones, a la protección social y los ámbitos de toma de de-
cisiones.
Planteamiento Actual y los Desafíos
Mucho se viene planteando y discutiendo sobre la problemática del cuidado desde una
perspectiva económica, abordando los distintos aspectos que componen el mercado del
cuidado, con el fin de favorecer la visibilidad de las relaciones entre mercado y hogar. El
conocimiento y análisis del papel fundamental y funcional del cuidado muestra una enorme
relevancia social y económica de las actividades de este tipo. De hecho, sin el desempeño
de las tareas del cuidado, la fuerza de trabajo y la producción se verían altamente afectadas
y la supervivencia de la vida humana no sería viable.
La economía del cuidado constituye un bien económico de inversión tanto para la persona
como para la sociedad, pues su resultado se destina al incremento de la producción y, por
consiguiente de la renta y el ahorro al interior de los hogares.
Las relaciones económicas se han venido entendiendo desde la perspectiva de género
como relaciones de poder en todos los ámbitos: económico, social, político y cultural. La
división sexual del trabajo que organiza el orden de género separa el trabajo productivo
del reproductivo de manera paradigmática y determina el lugar de mujeres y hombres en la
economía. Esclarecer la forma en que estas relaciones perpetúan la subordinación y la exclu-
sión de las mujeres limitando su autonomía ayuda a comprender su influencia en el sistema
económico.
Esta manera de analizar las relaciones económicas y sociales brinda una mirada más amplia
que la convencional al incorporar dimensiones ausentes como el trabajo no remunerado y
se desarrolla hasta visibilizar la economía del cuidado, prestando especial atención a la “re-
producción social” que realizan principalmente las mujeres. Así mismo, demuestra la contri-
bución de esta tarea al desarrollo económico y deja al descubierto que las relaciones socia-
les están además impregnadas de valores culturales que caracterizan el trabajo de cuidado
como una cualidad femenina.
Por José Dagoberto González Cuellar
30 COOPERACIÓN JULIO 2020
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