Page 10 - Mi bebé y yo 334 Julio-Agosto
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 #quedependendeti
LACTANCIA MATERNA
 Es el regalo número uno, el que llega nada más nacer. Dar el pecho al bebé y prolongar la lactancia no es tan fácil. Los factores que juegan en contra son el miedo a no ser capaz
o a no tener suficiente leche, el cansancio, el estrés y la vuelta
al trabajo. Sin embargo, la leche materna es el mejor regalo que se puede hacer al niño. La leche de la mamá es el alimento natural que contiene todo lo que el pequeño necesita, no solo desde el punto de vista nutricional, sino también, sobre todo, el hormonal y el inmunológico. Las bacterias beneficiosas, tanto las que se transmiten con la leche como las que se desarrollan en el intestino
del recién nacido gracias a las sustancias contenidas en el alimento, son muy importantes para las defensas inmunitarias.
La lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses, que debe proseguir durante la introducción de los alimentos complementarios, permite al niño desarrollar su potencial de salud al máximo, con beneficios a largo plazo, para toda la vida. Asimismo, ejerce efectos favorables sobre
la salud materna: por ejemplo, reduce el riesgo de cáncer de mama, además de repercutir en
la sociedad, permitiendo un ahorro en términos económicos.
UN VÍNCULO SEGURO
Ya desde el embarazo, surge este proceso tan especial, que los ingleses denominan bonding (vinculación), y que vincula a la mamá, al papá y al bebé para toda la vida. Es un regalo
que nos hacemos recíprocamente,
con la relación afectiva y con los gestos de ternura, sobre los que, quizás, no reflexionamos lo suficiente. El significado de las experiencias vividas por los niños, desde que nacen, se refuerza y apoya
a partir de la manera en que los papás
se comportan con ellos. Para un recién nacido, una cosa es sentirse el objeto pasivo de una relación en la que el adulto es quien le da de comer, le duerme
y le calma; y otra cosa es llegar a ser
un sujeto activo, que pueda expresar
sus necesidades, aunque sea a través de canales no verbales, y ver cómo la mamá y el papá las interpretan y las satisfacen.
A su vez, los papás deben reconocer al recién nacido su personalidad única y su incipiente subjetividad. Estas interacciones sientan las bases del desarrollo de la confianza recíproca, que constituye uno de los ingredientes principales de un vínculo seguro.
#10# Mibebeyyo
NADA DE HUMO
En España, aún hay niños que crecen en una casa en la que se fuma, a pesar de las repetidas advertencias de las autoridades sanitarias. Quizás, a los adultos todavía no les queda claro que el tabaco pasivo es tan peligroso para los niños como si fumasen ellos, sin ir más lejos, porque aumenta el riesgo de sufrir asma en un 43%.
Los papás ya deberían saber lo perjudicial que es fumar para ellos, pero algunos suelen infravalorar el peligro
que comporta el humo pasivo, e incluso el de “tercera mano”. Incluso el hecho de fumar fuera de casa, o en el balcón, deja la ropa impregnada de miles de sustancias tóxicas, que el niño acaba inhalando3igualmente cuando le cogen en brazos. Está sobradamente demostrado que
 los daños producidos por el tabaco repercuten en el desarrollo del árbol respiratorio y en el funcionamiento de los pulmones de los niños, daños que se transmiten, incluso, de generación en generación. Además, hay que tener en cuenta el aspecto nada educativo de la cuestión, que no es poca cosa: uno de cada dos fumadores enciende el cigarrillo en presencia de menores, y los hijos de fumadores tienen cerca del doble de probabilidades de acabar fumando también.
 








































































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