Page 14 - MIB 348 MAYO-JUNIO 2022
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¿Cuándo una rabieta debe preocuparnos?
Las rabietas suelen aparecer entre los dos y los cuatro años, aunque esto puede variar según el niño, como también la intensidad y la durabilidad con la que se mani estan.
Debemos estar alerta a las características generales que presentan:
si consideramos que las rabietas se dan con demasiada frecuencia
(más de dos o tres veces al día), son muy intensas, el niño se autolesiona,
o pone en riesgo su integridad o la de los demás, o van acompañadas
de incontinencia de orina, es mejor consultar a un especialista.
Debemos proceder del mismo modo si estos episodios se dan de forma regular después de los cuatro años: a partir de esa edad, los niños van desarrollando la habilidad de controlar un poco mejor sus emociones, por lo que las rabietas deberían ir disminuyendo.
#cómoaprenderagestionarlas
5 PASOS PARA ACOMPAÑAR UNA RABIETA
En primera instancia, debemos
ser capaces de detectar
qué es lo que provocó la rabieta. Muchas veces, ni siquiera el niño sabe qué es lo que le sucede. Simplemente, ve una necesidad o un deseo no satisfecho y reacciona así. Pero si nosotros sabemos por qué está enfadado, podremos ofrecerle ayuda para resolverlo.
Es importante demostrar más
que nunca nuestra capacidad para gestionar emociones. El pequeño no tiene nuestra misma capacidad de gestión emocional, así que somos nosotros los que tenemos que ayudarle en ese aspecto. Si nosotros respondemos
de manera calmada, es más probable que ese episodio dure menos tiempo. Además, él aprenderá a responder así también ante situaciones similares a las que
se enfrente.
En el momento que está gritando
o llorando, no es necesario intentar un diálogo para darle
una lección, pues no lo atenderá
ni captará el mensaje. Podemos transmitirle un mensaje corto y directo, pero no intentar un diálogo que le pondrá todavía más nervioso. Una vez se haya calmado, podemos hablar sobre lo sucedido.
Mientras tanto, es bueno que sienta que entendemos lo que
le está pasando, que no se sienta juzgado, sino más bien contenido. Podemos ayudarle describiendo
lo que le está pasando, validando las emociones que está experimentando. Por ejemplo:
“Veo que estás muy enfadado porque  nalmente no hemos ido al parque” o “Entiendo que estás triste porque no pudimos comprar todas las golosinas que querías”. De esta manera, también aprenderá sobre la emoción que está experimentando.
Es necesario que recobre un
poco la calma antes de ofrecerle soluciones. Una vez notemos que
la intensidad de la expresión de esas emociones ha disminuido, podemos ofrecerle soluciones o alternativas
a lo que demanda, para así poder terminar de resolver la situación
y darle la opción de elegir, lo cual
es muy importante, porque le hará sentirse valorado.
Nunca hay que utilizar chantajes
o amenazas. Tampoco es necesario hacerle sentir mal para que aprenda algo, porque el pequeño ya está experimentando un malestar,
y porque no es bene cioso
en ningún aspecto. Por lo tanto, debemos intentar hablarle de la manera más respetuosa y calmada posible, para que sienta que estamos allí para ayudarle.
#14# Mibebeyyo


































































































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