Page 61 - Mi bebé y yo 361 - Julio-Agosto 2024
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¿El cerebro del hombre también
se modifica cuando se convierte en papá?
• En el primer estudio que publicamos en 2017, no observamos reducciones tan marcadas como en las madres, pero es cierto que su cerebro tampoco se mantiene exactamente igual, como sí ocurre en el grupo de los controles sin hijos. Asimismo, a nivel individual, vimos como algunos padres cambiaban un poco y otros, nada, y eso hacía que no hubieran diferencias significativas, pero los cambios, aunque menos evidentes, sí que existían.
• Hemos publicado algunos estudios con Darby Saxbe, una
investigadora americana que habla del papel de la oxitocina y la
testosterona en estos cambios en papás, y de nuevo parece ser que es la interacción continua con el bebé lo que modifica el cerebro de cuidadores
no gestantes e induce lenta y progresivamente ciertos aspectos de la
conducta maternal. Es decir, en la mamá gestante, estos cambios se producirían durante el embarazo y el parto para facilitar la interacción con el bebé, pero
en papás sería una vez ya el bebé ha nacido y gracias a esta interacción con el bebé. Todo apunta a que cuanto más implicado está el padre en la crianza, más cambiará su cerebro, más se adaptarán sus hormonas y más se facilitará la conducta paternal. Veremos si esta hipótesis se confirma en los próximos años.
¿Qué hay de cierto en los déficits cognitivos
que se atribuyen a la maternidad?
• Durante el tercer trimestre de gestación y el principio del posparto, sí que se observa que las mamás ejecutan peor tareas de memoria que no están relacionadas con el bebé. Pero hay estudios que demuestran que, cuando la tarea está relacionada con estímulos del bebé, lo hacen mejor que las del grupo de control. Y esto nos está diciendo que, tal vez, hay un cambio de prioridades. Sabemos que el bebé, cuando nace, es capaz de secuestrar la atención de la madre y le deja pocos recursos para dedicar al resto de las tareas. Dicho esto, también sabemos que la falta de sueño dificulta las capacidades ejecutivas y atencionales y de memoria en cualquier persona.
• Los recursos mentales son limitados y cuanta más carga cognitiva tengas menos recursos podrás dedicar a cada una de las tareas. Imagina que los recursos mentales son un pastel. Si el bebé se come la mitad, tú tienes que intentar hacer lo mismo que hacías antes, pero repartiendo el pastel en porciones más pequeñas. Lo que implica que, probablemente, estas tareas las ejecutemos peor, cometamos errores o directamente nos olvidemos.
• Y tampoco nos podemos olvidar del sesgo de confirmación: hemos crecido pensando en que cuando te quedas embarazada vas a estar “empanada”, no te vas a enterar de nada, y, entonces, cualquier olvido o descuido que tenemos lo atribuimos a ello.
¿Y qué habilidades mentales ganamos?
En muy poco tiempo, tenemos que aprender a hacer todo lo necesario para que un ser indefenso sobreviva. Tenemos que aprender a regular nuestras emociones y aprender a ejercitar nuestras funciones ejecutivas, que es la capacidad de planificar y de cambiar de una tarea a otra rápidamente, de ser flexibles...
• El efecto protector de la maternidad
está muy documentado en roedores.
Los estudios en animales sugieren mejora
de memoria, y datos preliminares en humanos apuntan a mejoras en la capacidad de inferir los estados emocionales de los demás.
• Asimismo, los estudios en humanos
indican que la maternidad protege del envejecimiento cerebral a largo plazo. Sin embargo, estos datos derivan de estudios
que comparan a mujeres de mediana edad que han sido madres con mujeres que no. Necesitamos grandes bases de datos que sigan a las mismas participantes a lo largo del tiempo para saber exactamente qué sucede.
Mibebeyyo #61#
Este artículo es un extracto del podcast de Mi bebé y yo “Cómo cambia el cerebro de la embarazada y de la madre”, con la neurocientífica Susana Carmona (@neuro.maternal).
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