Page 68 - Mi bebé y yo 344 - Octubre/Noviembre 2021
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                  Tal y como nos recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS), los profesionales sanitarios debemos racionalizar la cantidad de cesáreas realizadas. Esto pasa por personalizar la medicina y dedicarle a cada paciente lo que necesita, tanto en su parte clínica como emocional.
Asimismo, las pacientes embarazadas deben tener y fomentar un vínculo de confianza con los médicos obstetras y con todos los sanitarios que las atiendan (matronas, enfermeras, pediatras, anestesistas), y transmitirles todas sus dudas y miedos para que puedan resolverlos antes del parto. Precisamente, ese vínculo mejorará la experiencia del parto. Y en caso de necesitar una cesárea, se cerrará el círculo de una medicina bien hecha,
y una mamá y un bebé sanos y felices.
se indica a mujeres que han tenido dos
o más cesáreas con anterioridad, debido a un posible riesgo de rotura uterina. Sin embargo, en ciertos casos, se puede intentar un parto vaginal si no hay factores de riesgo que
lo contraindiquen.
• Enfermedades sistémicas maternas o infecciones. Es el caso de patologías médicas de la madre que desaconsejen un parto vaginal, como tratamientos para el cáncer, cardiopatías severas, riesgo de accidente cerebrovascular (AVC), malformaciones del sistema nervioso central, etc. También si existen infecciones en curso que se pueden transmitir de forma vertical durante un parto vaginal: VIH no tratado, sífilis, condilomatosis severa, herpes genital en primoinfección, etc. • Cicatrices uterinas de cirugía ginecológica (miomectomía, endometriosis, etc., que han afectado a la cavidad endometrial) y rotura uterina en parto anterior por el riesgo de recurrencia.
• Algunos casos de prematuridad
y gestaciones múltiples. Esto dependerá de las circunstancias individuales de cada caso. Pero, por ejemplo, la cesárea está indicada en un embarazo gemelar si la posición de alguno de los bebés no es cefálica.
• Causas maternas y psicológicas. En especial, relacionadas con traumas anteriores de la esfera psicosexual (unidos al vaginismo),
así como miedos y fobias al parto en estados depresivos y ansiosos.
• Circunstancias sociales, familiares y culturales de la paciente en una cesárea a demanda.
Si bien la paciente tiene el derecho final a decidir esta vía de parto, debe ser aconsejada de forma minuciosa sobre sus riesgos y complicaciones al tratarse de una cirugía mayor.
DURANTE EL PARTO
Es posible que, una vez iniciado el parto,
se presenten situaciones que requieran
la realización de una cesárea. Por ejemplo:
• Fracaso de la inducción del parto: no se llega
a las condiciones idóneas del cuello uterino
tras unas horas de contracciones regulares.
• Estacionamiento del parto por falta
de dilatación o descenso del bebé.
• Desproporción cefalopélvica (DCP): es decir, que la cabeza del bebé sea demasiado grande para pasar a través de la pelvis de la madre,
y no sea posible extraerlo con instrumental. Asimismo, durante la fase del expulsivo,
se pueden dar situaciones no previstas
y de extrema urgencia que requieran
una intervención quirúrgica, como:
• Sufrimiento fetal, por una sospecha
de pérdida de bienestar fetal.
• Sospecha de ruptura uterina.
• Desprendimiento de placenta. En este caso, se requiere la extracción inmediata del bebé para evitar daños ocasionados por la falta
de oxígeno.
• Hemorragia vaginal o pélvica que compromete el estado materno.
• Prolapso del cordón umbilical: se produce cuando, tras la rotura de la bolsa, el cordón umbilical sobresale por el cuello del útero antes que la cabeza del bebé.
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Menos cesáreas con una atención más personalizada































































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