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continuar en ese camino de logros, pero siempre después de actuar. Debemos ver a la
motivación como una consecuencia de la acción y no como algo que tienes que sentir
para decidirte a actuar .Empieza a actuar por disciplina y no por motivación, porque
puede haber días en que no la tengas.
La motivación es cíclica, va y viene, y el gran problema es que no podemos decidir
cuándo estar motivados. Es muy cambiante y a veces depende de factores externos
para que llegue a nosotros; no tenemos ningún control sobre ella, ya que un día puedes
amanecer motivado y al siguiente no tener ganas de nada. Es tan efímera que no
debemos depender de ella para nada.
Siempre debemos enfocarnos en lo que sí podemos controlar y en este caso lo que
si podemos decidir es desarrollar la habilidad de la disciplina, que sencillamente es el
hacer las cosas que debemos hacer aun a pesar de que no tengamos ganas de hacerlas.
¿Cómo entreno mi disciplina?
Todos tenemos una parte de nosotros, una voz interna saboteadora, que constantemente
nos está influyendo negativamente; el reto es identificar cuándo es ella la que dirige
nuestras acciones y hacer lo contrario. Calla esa voz actuando. Demuéstrale con acciones
que eres tú el que manda y que es tu disciplina la que está al volante. Haz las cosas
porque sabes que tienes que hacerlas, no porque tengas ganas de hacerlas o no.
La acción genera motivación y para actuar sin estar motivado necesitas ser disciplinado.
La disciplina es la clave del éxito y si esperamos a estar motivados para hacer las cosas
no vamos a lograr nada importante y la forma de entrenar la disciplina depende de cada
persona, lo importante es hacer las cosas aunque no tengamos ganas de hacerlas.