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Crea un plan diario
Utiliza los primeros 30 minutos del día para crear una lista de tareas diarias que se adapten
a la planificación semanal de tus objetivos. Prioriza las tareas para ese día estableciendo
un punto de referencia de rendimiento.
Diseña rutinas y cumple con ellas
Si bien siempre pueden surgir imprevistos durante la jornada laboral, serás mucho más
productivo si te habitúas a seguir rutinas de trabajo la mayor parte del tiempo.
Establece límites de tiempo para las tareas
Es recomendable establecer, por ejemplo, bloques de 15 minutos cada tres horas para
revisar la bandeja de entrada del email. También es importante marcar el inicio y el final
de las reuniones para evitar que se eternicen y perder el día sin hacer nada más. Esta
estrategia de acotar el tiempo puede aplicarse a diferentes tareas, y de esta manera
evitaremos la sensación de que algo concreto nos absorbe siempre la mayor parte de la
jornada laboral.
Ordena y organiza tu entorno
Un entorno desordenado provoca falta de concentración y hace perder el foco. Y, cuando
no estamos concentrados, es más probable que tengamos que invertir más tiempo de
lo necesario en realizar nuestras tareas laborales diarias.
No intentes ser multitareas
La mente se dispersa y cuesta volver a centrarse en nuestras tareas. Es mucho más
efectivo terminar una tarea antes de pasar a otra. Si tienes que ocuparte de muchas
labores diferentes, intenta agruparlas y lleva a cabo las que sean similares de forma
consecutiva.