Page 7 - DOSSIER ROCIO
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KAJUKU
Un pavo real majestuoso se posa sobre una rama oscura, enmarcado por una explosión de
cerezos en flor. En “Kujaku”, Una escena donde lo eterno y lo efímero conviven: la figura del ave,
símbolo de belleza, compasión y sabiduría, contrasta con la fragilidad de los pétalos que caen
a su alrededor.
La obra no busca precisión anatómica, sino transmitir presencia. El trazo libre del plumaje,
las líneas blancas de energía que irradian desde el cuerpo del animal y el uso vibrante del
color convierten esta pieza en una imagen entre lo real y lo sagrado. La mirada del ave,
serena y en alto, refuerza su papel como guardiana silenciosa de ese instante suspendido
en el tiempo.
Los verdes intensos, azules profundos y ocres luminosos del plumaje emergen del fondo
rosado con fuerza casi ceremonial. La textura visual sugiere movimiento, pero también
contemplación. “Kujaku” no representa un animal, sino una fuerza vital que observa,
habita y resiste dentro de un paisaje que, como los sakura, está a punto de desaparecer.

