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Sueña y escribe

que se me dio con el fin de poder salir a ver el

mundo exterior, y que se suponía que podía
manejar a mi antojo como si fuera un avatar, ya no
era manejada por mí, pues ellos mismos, con el

tiempo, lograron desvincularse y comenzar a vivir,
además de sentir como si fuéramos nosotros sin

serlo realmente. Ellos prácticamente robaron
nuestras identidades y formaron sus propias vidas

con ellas, dejándonos de lado. Mientras ellos
disfrutaban de nuestras vidas nosotros no podíamos

hacer nada más que ver a través de esa pantalla lo
que nos arrebataron. Esta situación no mejoró mi
estado emocional, lo único que logró fue que me

cuestionara diariamente la razón por la que sigo
respirando aquel “aire ficticio”, ¿cuál era el punto

de seguir “viviendo” si es que a eso se le podía
llamar vida? Además esto solo incrementó mi odio y

frustración por ese ente, el que se paseaba por las
calles con una sonrisa pero que en realidad no era

yo, eso lo sé porque hace mucho tiempo que mi
sonrisa desapareció. Siempre he creído que todo
tiene su límite y la situación en la que me

encontraba ya lo había sobrepasado.

Ya estamos en el año 2080, han pasado 50 años
desde que comenzó todo este infierno y no pienso

seguir así. Hace un momento he destruido ese
horrible celular que mantenía vivo ese supuesto

vínculo que existía conmigo y mi IA, además
comencé a escribir esto con la esperanza de que
generaciones futuras puedan encontrar una

solución a esta situación y junto con los avances en
la ciencia y la tecnología dejen de darles más vida a

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