Page 137 - Dune
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del miedo, y vio que dos de ellos llevaban el destiltraje parcialmente abierto en el
cuello. Tomó mentalmente nota de ello para el futuro. Su padre tendría que imponer
una disciplina más rigurosa respecto a los destiltrajes. Los hombres tienden a
relajarse si uno descuida ciertas cosas.
El último hombre subió a bordo y jadeó:
—¡El gusano! ¡Está casi sobre nosotros! ¡Despeguemos!
El Duque se deslizó a su asiento, frunciendo el ceño.
—Tenemos aún tres minutos, según el cálculo del primer contacto. ¿No es así,
Kynes? —Cerró la portezuela y la comprobó.
—Exactamente, mi Señor —dijo Kynes, y pensó: Ese Duque no pierde nunca los
nervios.
—Todo a punto, Señor —dijo Halleck.
El Duque asintió, comprobó que el último de los aparatos de escolta había
despegado. Reguló la ascensión, dio una última ojeada a las alas y a los instrumentos,
y pulsó el mando de los chorros.
La presión del despegue hundió al Duque y a Kynes contra sus asientos,
empujando enérgicamente a la gente de atrás. Kynes observó el modo como el Duque
manejaba los controles… delicadamente y con seguridad. El tóptero estaba ya en el
aire, y el Duque estudiaba sus instrumentos, sin perder de vista las alas, a la derecha y
a la izquierda.
—Vamos muy cargados, Señor —dijo Halleck.
—Dentro de los límites de la tolerancia de este aparato —dijo el Duque—. ¿Crees
que me atrevería a arriesgar la vida de mis pasajeros, Gurney?
Halleck sonrió.
—Ni por un instante, Señor —dijo.
El Duque maniobró el aparato a lo largo de una amplia curva ascendente, hasta la
vertical del tractor.
Paul, aplastado contra un rincón al lado de la ventanilla, miró hacia abajo, hacia la
silenciosa máquina sobre la arena. La señal del gusano se había interrumpido a unos
cuatrocientos metros del tractor. Y ahora estaba empezando a aparecer una cierta
turbulencia en la arena alrededor de la máquina.
—El gusano está ahora bajo el tractor —dijo Kynes—. Vais a asistir a un
espectáculo que pocos hombres han visto.
Manchas de polvo sombrearon ahora la arena alrededor del tractor. La enorme
máquina comenzó a hundirse, inclinándose hacia la derecha. Un gigantesco vórtice de
arena comenzó a formarse en este lado del tractor. Giró más y más rápidamente. La
arena y el polvo se elevaron por el aire a centenares de metros a todo su alrededor.
¡Entonces lo vieron!
Un enorme agujero se formó en la arena. La luz del sol brilló en las paredes
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