Page 51 - Dune
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—¿Quieren que la producción de especia decrezca y que la culpa recaiga en ti?
               —Desean que el nombre de los Atreides se haga impopular —dijo el Duque—.
           Piensa  en  las  Casas  del  Landsraad,  que  en  cierto  sentido  me  consideran  como  su

           caudillo…  su  portavoz  oficioso.  Piensa  en  cómo  reaccionarían  si  yo  fuera
           responsable de una seria reducción en sus beneficios. A fin de cuentas, los beneficios
           son lo único que cuenta. ¡Al diablo la Gran Convención! ¡No vas a dejar que nadie te

           reduzca a la miseria! —Una dura sonrisa apareció en la boca del Duque—. Todos se
           inclinarán hacia la otra parte, sin apoyar nada de lo que yo haga.
               —¿Incluso si nos atacaran con atómicas?

               —Nada  tan  flagrante.  No  se  desafiará  tan  abiertamente  la  Convención.  Pero
           aparte  de  esto  casi  todo  estará  permitido…  quizá  incluso  el  polvo  radiactivo  o  la
           contaminación del suelo.

               —Entonces, ¿por qué precipitarnos a esto?
               —¡Paul! —el Duque frunció el ceño—. Sabemos dónde está la trampa… y cuál

           es el primer paso para evadirla. Esto es como un combate singular, hijo, sólo que a
           gran escala… fintas en las fintas de las fintas… en un combate sin fin. Nuestra tarea
           es burlar la intriga. Sabemos que los Harkonnen han almacenado melange, de modo
           que  hagámonos  otra  pregunta:  ¿Quién  más  ha  estado  almacenándola?  Esta  será  la

           lista de nuestros enemigos.
               —¿Quiénes?

               —Algunas Casas que sabemos que son enemigas, y algunas otras que creíamos
           amigas. Pero no es necesario tener en cuenta ésto por el momento, ya que también
           hay alguien mucho más importante que todos ellos: nuestro bienamado Emperador
           Padishah.

               Paul notó repentinamente que su boca estaba seca.
               —Podrías convocar al Landsraad y exponerle…

               —¿Para  informar  a  nuestros  enemigos  que  sabemos  de  quién  es  la  mano  que
           empuña el cuchillo? Ah, Paul, ahora… ahora vemos el cuchillo. ¿Quién puede saber
           quién  lo  empuñará  mañana?  Si  mostramos  todo  esto  al  Landsraad,  lo  único  que
           conseguiremos  será  crear  una  enorme  confusión.  El  Emperador  lo  negará  todo.

           ¿Cómo podremos refutarlo? Quizá ganemos algo de tiempo, pero arriesgando el caos.
           ¿Y de dónde vendrá entonces el próximo ataque?

               —Todas las Casas podrán ponerse a almacenar especia.
               —Nuestros enemigos llevan ventaja… demasiada para poder alcanzarles.
               —El Emperador —dijo Paul—. Esto significa los Sardaukar.

               —Disfrazados con uniformes Harkonnen, sin duda —dijo el Duque—. Pero los
           mismos soldados fanáticos pese a todo.
               —¿Cómo pueden ayudarnos los Fremen contra los Sardaukar?

               —¿Te ha hablado Hawat de Salusa Secundus?




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