Page 1508 - JUNIO 2024
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Esta carta habla de una ausencia, pero también de una presencia, de                         11
                  cómo  poder  estar  juntos  cuando  aún  no  se  puede  estarlo,  en  esta
                  distancia temporal que tantas veces nos hace daño por igual tú y yo,

                  de  las  mañanas  que  llegan  vivas,  cuando  escribo  o  pronuncio  tu
                  nombre.

                  De todas esas veces que me piensas y te pienso.

                  Sí porque cuando me piensas, te conviertes en mi ángel, y me salvas
                  sin yo darme cuenta, de peligros indivisibles, más que un amor lejano,

                  cuando  me  piensas  te  conviertes  en  ángel  cercano,  de  pequeños
                  conjuros y grandes milagros que delatan mi existencia sobre tus ojos.

                  Sí, cuando me extrañas, por los mismos lugares paralelos donde yo te
                  extraño,  entiendo  que  estar  vivo,  es  estar  junto  a  ti,  que  sólo  tú
                  comprendes lo que soy cuando me pongo a juntar para ti frases de

                  amor entre mis manos, sólo son mis manos y están lejos, sólo frases
                  de amor y están lejos, pero debes saber que yo te tengo cerca desde
                  que descubrí que resguardabas muchos fragmentos de mi destino, que
                  tú eras uno de esos fragmentos y eras a la vez todo, lo más importante,

                  porque eres tú la que llegó como un contiguo beso de mayo en el lapso
                  idóneo para que yo con toda la fuerza del entendimiento descubriera

                  que te amaba.
                  El verano y el invierno simultáneos, nos miran cautelosos, quizás nos

                  desconocen, quizás nos reconocen, como tú me reconoces.

                  Esa otra tú y ese otro yo que éramos, antes de coincidir por el camino
                  ¿te acuerdas? y que nos reconocemos en cada beso inédito que no

                  llega a nuestras bocas.
                  Y yo.


                  Te  reconozco  también,  como si  ya  hubieses  leído esta  carta  antes,
                  como  si  mis  manos  ya  hubiesen  dormido  entre  tus  cabellos,  te
                  reconozco en el silencio que me das a beber de ti, para que pueda
                  aprender a susurrar te cielo, así como lo haces tú cuando sabes que
                  necesito de esas dos palabras por sobre todas las cosas que puedas

                  decirme.

                  Si  acaso  es  mentira,  este  día  sin  voz,  todos  estos  días  sin  voz,
                  transcurriendo oblicuos, si acaso también son mentira estas tardes,
                  casi sin luz y sin aire, si acaso son de mentira todos los días que fingen
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