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Para el amor no existe un diccionario ni un alfabeto, ni una regla 19
ortográfica ni gramatical definida, y aun así tiene el maravilloso
don de comunicarse en todo momento, actúa con su propia lógica
y posee su característica forma de expresión, sí, así es el amor.
¿Cuáles son las palabras que necesito para hablarle a una célula
de mi cuerpo? ¿O al átomo, a un poro o tal vez a la sangre que
corre por mis venas? No puedes agarrar a ninguno de ellos y
hablarles esperando que entiendan un lenguaje, unas palabras que
tratan de explicar algo.
No puedes tomar la energía que rodea el cuerpo e intentar hablar
con ella, sin embargo, esas cosas existen, aunque tengan “un
lenguaje propio”, así es el corazón que no depende de un lenguaje
porque él es autónomo, es capaz de pensar, decidir y elegir a su
antojo, además de ser capaz de comunicarse en todos los niveles
sin tanta dificultad.
Te cielo, es lo único que podría decir porque no tengo la capacidad
de describir ni escribir, mucho menos traducir esto que dice mi
corazón, esto que grita tan alto y tan fuerte, esto que yo puedo
entender pero que me es imposible de expresar en palabras porque
el lenguaje del amor, del corazón, no está hecho para ser leído
ni mucho menos para ser comunicado por la mente, por eso mi
mente no lo entiende y no puede traducirlo a palabras, por tanto
las verdaderas “palabras” del corazón no pueden ser
distorsionadas porque nadie puede transmitir en palabras lo que
está hecho sólo para ser sentido y vivido a través de las
emociones, aquello que denominamos sentimiento.