Page 619 - JUNIO 2024
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¿Cuánto falta para que tus ojos se encuentren con los míos? No lo sé, pero te
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                  siento tan cerca ahora mismo que el tiempo ya no importa.


                  Estás  adherida  a  mi  alma,  si  doy  un  paso  entonces  tú  también  avanzas
                  conmigo.


                  Cuánto bien me has hecho a lo largo del camino.

                  Te cielo… ¡cuánto te cielo!


                  Detrás de un "te cielo".

                  Mi amor, mi pedacito de cielo, cuánto añoro de tus labios un beso.

                  Cuánto quiero verte en este instante y decirte muchas cosas más, porque aún

                  tengo  mucho  por  decirte,  hay  tanto  aún  detrás  de  esa  frase,  pero  no  me
                  alcanzan las palabras ¡y es que no las hay!

                  Para el amor no existe un diccionario ni un alfabeto, ni una regla ortográfica

                  ni gramatical definida, y aun así tiene el maravilloso don de comunicarse en
                  todo momento, actúa con su propia lógica y posee su característica forma de

                  expresión, sí, así es el amor.

                  ¿Cuáles son las palabras que necesito para hablarle a una célula de mi cuerpo?

                  ¿O al átomo, a un poro o tal vez a la sangre que corre por mis venas? No
                  puedes agarrar a ninguno de ellos y hablarles esperando que entiendan un
                  lenguaje, unas palabras que tratan de explicar algo.


                  No puedes tomar la energía que rodea el cuerpo e intentar hablar con ella, sin
                  embargo, esas cosas existen, aunque tengan “un lenguaje propio”, así es el

                  corazón que no depende de un lenguaje porque él es autónomo, es capaz de
                  pensar, decidir y elegir a su antojo, además de ser capaz de comunicarse en

                  todos los niveles sin tanta dificultad.

                  Te cielo, es lo único que podría decir porque no tengo la capacidad de describir

                  ni escribir, mucho menos traducir esto que dice mi corazón, esto que grita tan
                  alto y tan fuerte, esto que yo puedo entender pero que me es imposible de
                  expresar en palabras porque el lenguaje del amor, del corazón, no está hecho

                  para ser leído ni mucho menos para ser comunicado por la mente, por eso mi
                  mente  no  lo  entiende  y  no  puede  traducirlo  a  palabras,  por  tanto  las

                  verdaderas “palabras” del corazón no pueden ser distorsionadas porque nadie
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