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Todos pueden pensar que sólo escribo locas letras para ti, pero sé que tú
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esperas, y yo deseo con todo mi corazón que leas estas letras, cuando digo
tu nombre sólo Dios me escucha, y así lo deseo pues te cielo solamente a
ti.
No cielo otra que no seas tú, tú en tu espacio y tu universo, yo en el mío...
pero ya llega un punto donde nos encontraremos y nos daremos cuenta
de que somos nosotros mismos los que hacen unión en el firmamento
para completarlo en la tierra.
Escúchame. Escúchame a mí en esta carta, estoy en cada frase, en cada
línea, ahora cielo cada mes, cada verano e invierno que llega siempre con
tu nombre.
Llegarás para no extrañarte tanto, para no volver a volar a tientas por la
vida.
Siempre se siente como si fuese la primera carta de amor aquella que te
llega por la mañana cuando nos hemos extrañado tanto por la noche.
Tú eres una musa constante pero no inclemente, y esta vez es un mes a
ojos cerrados.
La lluvia hizo una pausa, cedió su lugar al silencio, volvemos a escucharnos
cada cual, desde un rincón distante, desde un rincón distinto, porque las
necesitamos como agua para una extraña sed, volvemos a escuchar cada
cual al unísono estas dos palabras: Te cielo mi amor.
Sí, porque es así, y para quienes se quieren de esta forma es su destino el
estar juntos. Recuerda lo que un día nos prometimos...
-Te cielo, eres lo primero y lo último de mis días-
Desde mi rincón para ti.
Tu amor lejano.
¡Estoy enamorado hasta las trancas!