Page 1190 - JULIO
P. 1190
Que todas las luces del cielo me recuerdan tu rostro y cuando ellas 7
parpadean es cuando más sonrío porque te veo iluminándome con tu luz.
La misma luz cálida y suave que percibo de tu mirada, mirada que me
envuelve por completo.
Tú eres la otra mitad de mi corazón, mi par, mi complemento… Mi
necesidad de ti es mucha.
Mi corazón palpita tu nombre todo el tiempo.
Eres tú lo primero que pienso y lo último que recuerdo en cada día. En mi
mente tan sólo estás tú.
Mis ojos se iluminan al verte y mi ser se emociona al escuchar tu voz, así
es mi querido amor. ¿Cuánto falta para que tus ojos se encuentren con los
míos? No lo sé, pero te siento tan cerca ahora mismo que el tiempo ya no
importa.
Estás adherido a mi alma, si doy un paso entonces tú también avanzas
conmigo.
Cuánto bien me has hecho a lo largo del camino. Te cielo… ¡Cuánto te
cielo!
Mi amor, mi pedacito de cielo, cuánto añoro de tus labios un beso.
Cuánto quiero verte en este instante y decirte muchas cosas más, porque
aún tengo mucho por decirte, hay tanto aún detrás de esa frase, pero no me
alcanzan las palabras ¡Y es que no las hay!
Para el amor no existe un diccionario ni un alfabeto, ni una regla
ortográfica ni gramatical definida, y aun así tiene el maravilloso don de
comunicarse en todo momento, actúa con su propia lógica y posee su
característica forma de expresión, sí, así es el amor.
¿Cuáles son las palabras que necesito para hablarle a una célula de mi
cuerpo? ¿O al átomo, a un poro o tal vez a la sangre que corre por mis
venas?
No puedes agarrar a ninguno de ellos y hablarles esperando que entiendan
un lenguaje, unas palabras que tratan de explicar algo.