Page 1443 - JULIO
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Pequeña carta para un amor muy grande                                               3


                  Mi amor de todos mis tiempos:


                  Nunca sé cómo empezar nuestras cartas de amor, por eso empiezo con lo
                  primero que inspiras, aquello en lo que me haces pensar, en los recuerdos

                  que ya has alojado en mí y que ya son nuestros.

                  Ya nada es mío, ahora junto a ti todo es nuestro.


                  Pienso en este amor de silencio, que nos encontró caminando en ciudades
                  distintas, en cielos distantes... nunca supimos por dónde buscarnos y sin

                  embargo llegamos a encontrarnos.

                  Hace tiempo que te vi llegar a mi vida, desde entonces fueron muchos los
                  momentos largos y difíciles que hemos pasado, demasiados, tanto que sólo

                  tú y yo lo sabemos.

                  Muchas fueron las veces en que parecíamos dudar de tan grande amor,

                  pues la distancia se empeñaba en hacernos dudar, hoy tengo la certeza de
                  que estamos cerca, una cercanía que nosotros comprendemos aun cuando

                  seguimos separados.

                  Siempre confié en ti, siempre supe que necesitaba tu dulzura en mi vida,
                  supe que no la encontraría en otra parte, sólo en ti.


                  Ahora ha llegado una nueva estación que ya libera nuestras esperanzas,
                  todo parece suavizarse para que por fin superemos las distancias.


                  Pienso en tu amor que quiero para siempre, ese amor que siempre me trae
                  aromas de todos los tiempos, amor con aroma, un amor bello del que hablo

                  en todas las cartas que llegan a ti.

                  Estamos juntos desde entonces, desde nuestras primeras cartas, y pronto

                  vendrá el tiempo de estar juntos al fin.

                  Aguardo la llegada de ese día, el de nuestro beso recíproco.


                  Pronto llegará la hora de contarnos todas nuestras cosas, y desde luego
                  siempre volverán nuestras cartas, las leeremos en otoño y escribiremos
                  más para leerlas en primavera.
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