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EN NUESTRO SILENCIO 3
Mi querido amor...
Mis palabras pueden parecer las mismas que las de otros días.
Los términos usados pueden ser iguales, pero como tú misma siempre lo
has hecho notar, el sentimiento es nuevo cada día: más sublime, más tierno
y más hermoso.
Entonces con sonrisa en los labios entrego mi alma a la reflexión, al
pensamiento que en mí provoca el tan sólo mirarte, el tan sólo
contemplarte en aquella foto que de ti conservo.
Suspiro y un millón de versos vuelan a velocidades extremas en mi mente,
entonces detengo a alguno de ellos en su marcha, tomo el verso y lo plasmo
en un pergamino de amor donde escrita podría estar nuestra historia, como
una de aquellas edades épicas cuando el caballero a los pies del balcón de
su dormitorio no dejaba de dirigirse a su bien amada, a su doncella, con
poemas de gloria y perpetuidad.
Es que este amor que sentimos podría asemejarse a aquello o a algo mucho
más hermoso, más romántico.
Podría decirse que somos una escena misma de amor que se repite cada día
cuando nos encontramos, cuando nos dirigimos las palabras, los
pensamientos, los sentimientos, y nos envolvemos con cada "te cielo" que
salen de nuestras mentes y nos las enviamos como un tributo al cielo, como
diciéndole al viento mismo que dirija nuestro sentir por sus olas mismas
que hemos conformado con nuestros suspiros para que felizmente lleguen
al destinatario esperado en la distancia: nosotros mismos.
La mente es ilimitada mi amor, lo mismo que los felices latidos en nuestros
corazones.
Es por esa simple razón que no puedo cansarme de escribirte, porque cada
latir enamorado por ti, es una nueva palabra, un nuevo verso, una nueva
carta o un nuevo poema.