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EN RETROSPECTO
En mi caso, vi mi obligación de servir en el ejercito como un
mal que había aceptado cuando vine a los EE UU.
Llegado el momento vi mi obligación de servir con mucha
reserva ya que los EE UU estaba envuelto en una guerra que
dividió la opinión pública.
Podría haberme olvidado del “Sueño Americano” al no volver a
los EE UU y vivir tranquilo en Bolivia. De esa idea era mi
madre. Mientras que mi padre me dijo; que tenía un
compromiso de volver, que debería cumplir. Que todo estaría
bien.
Nunca me arrepentí haber entrado al ejército. Durante mi tiempo
de servicio, tuve la oportunidad de aprender lecciones no
ofrecidas en la vida civil. Aprendí a pelar papas, a limpiar
latrinas, a obedecer sin preguntar, aprendí a vivir en comunidad
y aprendí a apreciar otras razas.
En la guerra vi morir a soldados más jóvenes que yo, con una
vida entera por delante. No pensaba mucho en el soldado por
quien se tocaba “Taps”. Pensaba en la pena inconsolable que
tendrían los padres del soldado cuando recibieron la visita de
rutina de un oficial y un sargento para dar la noticia de la muerte
del hijo y este pensamiento me hacía derramar lágrimas.…
Y mientras mis camaradas morían en tierras lejanas, había otros
en los EE UU que por cobardía no querían servir a su país. Por
esta razón me volví y soy intolerante de personas que eran
físicamente hábiles que por miedo usaron de influencia para no
servir en las fuerzas armadas de este gran país.