Page 210 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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y le dio  un odre  que  contenía todos los vientos,  para
           permitirle viajar en dirección a Itaca.
       Eos.  Diosa de la aurora.  Enamorada de Titono, consiguió
           de Zeus que concediera a aquél la inmortalidad.
       Epimeteo.  Hijo de Jápeto y Clímene,  y hermano  de  Pro-
           meteo,  de  quien  era  la  antítesis,  pues  en  vez  de  ade-
           lantarse  a  las  cosas  no  las  entendía  hasta  que  habían
            ocurrido y no tenían remedio. Aceptó que le regalaran
            a  Pandora y se casó  con  ella,  con  lo  que  trajo  la  des­
            gracia a la humanidad.
       Equidna.  Monstruo  con  cuerpo  de  mujer y  cola  de  ser­
            piente en lugar de piernas. De su unión con Tifón na­
            cieron numerosos monstruos.
        Equión.  Uno de los Espartoi,  esposo de Agave y padre de
            Penteo.
        Erebo. Hijo del Caos.  Personifica las tinieblas infernales.
        Erifila. Esposa de Anfiarao.  Polinices, al ofrecerle el collar
            de  Harmonía,  consiguió  de ella  que  se  pronunciara  a
            favor  de  la  guerra  contra Tebas,  donde  reinaba  Etéo-
            cles, hermano de aquél, que lo había desterrado.
        Erinias. Diosas de carácter violento y vengativo nacidas de
            las  gotas  de  sangre  de  Urano  que  cayeron  al  suelo
            cuando lo castraron.
        Eros.  Dios del amor. Antiguamente era una divinidad pri­
            mordial,  tan vieja  como  el  mundo,  pero  con  el  tiem­
            po  pasó  a  ser  un  hijo  de  Afrodita  que  gobernaba  el
            cortejo amoroso y la unión sexual.
        Escila. Monstruo marino que acechaba y devoraba a la tri­
            pulación  de  las  naves  que  se  ponían  a  su  alcance.  Se
            ocultaba enfrente de Caribdis.
        Esfinge. Monstruo femenino, con cabeza y pechos de mu­
            jer,  cuerpo de león y alas. Mataba a los que no podían
            resolver  el  enigma  que  les  proponía  cuya  solución
            acertó Edipo.

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