Page 31 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
P. 31

los Cíclopes tengan un solo ojo: es porque ese ojo es como
           si fuera de fuego.  Para los  antiguos —los que crearon estas
           historias- la mirada que sale por el ojo procede de lo  más
           íntimo  del  ser.  Pero  lo  que  saldrá  del  ojo  de  Zeus  es,  ni
           más  ni  menos,  el  rayo.  Cada  vez  que  se  encuentre  real­
           mente en peligro, su ojo fulminará a su adversario. Pero si
           por un  lado  Zeus  disponía del ojo de los Cíclopes, por el
           otro  tenía  la  potencia  de  los  Hecatonquiros,  esos  mons­
           truos de dimensiones formidables y fuerza inconmensura­
           ble en brazos o manos, pues los griegos clásicos utilizaban
           un solo  término para designar ambos órganos.  Los  Heca­
           tonquiros tienen cien  manos:  son  el puño,  la fuerza.  Gra­
           cias a esas dos bazas,  el ojo del Cíclope, que fulmina, y la
           fuerza del brazo,  que domina,  Zeus  se hace realmente in­
           vencible.
               En esta batalla hay un  momento crucial.  En el punto
           culminante del combate entre las potencias divinas, mien­
            tras  Zeus lanza  su  rayo y los  Hecatonquiros se precipitan
           sobre  los Titanes,  el  mundo  revierte  a  un  estado  caótico.
           Las  montañas  se  desploman,  la  tierra  se  cuartea,  y,  del
           fondo  del Tártaro,  allí donde  reina  la  Noche,  de  repente
           surge  la  bruma.  El  cielo  se  desploma  sobre  la  tierra,  se
           vuelve al estado de  Caos,  al estado primordial de desorden
            original,  cuando  nada tenía todavía  forma.  La victoria de
           Zeus no es  únicamente  una manera de vencer a su adver­
           sario y padre Cronos, también es una manera de recrear el
            mundo,  de  rehacer  un  mundo  ordenado  a  partir  de  un
            Caos,  a partir  de un Vacío en  el  que  no  se ve  nada,  en el
            que todo es desorden.
                Se advierte claramente que la principal fuerza de Zeus,
            tanto  si se  la proporcionan  los  brazos  de  los  Hecatonqui­
            ros como el ojo de los Cíclopes, es su capacidad de domar
            al adversario,  de imponerle su yugo.  La soberanía de Zeus
            es la de un rey que posee la magia de crear vínculos inque­


            34
   26   27   28   29   30   31   32   33   34   35   36