Page 65 - Vernant, Jean-Pierre - El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos
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del chantaje entre los dioses y los hombres, Zeus quiere
sustraer a los hombres lo que antes tenían a su alcance.
Hasta entonces, éstos disponían libremente del fuego por
que el fuego de Zeus, el fuego del rayo, se encontraba en
la copa de algunos árboles, los fresnos, de donde los hom
bres no tenían más que cogerlo. El mismo fuego circulaba
entre los dioses y los hombres a través de esos grandes ár
boles en los que Zeus lo depositaba. Así pues, los hombres
disponían del fuego igual que disponían de los alimentos:
los cereales, que crecían por sí solos, y la carne, que ya se
presentaba cocida. Zeus oculta el fuego, situación de lo
más desagradable para los hombres, ya que han de cocinar
la carne del animal sacrificado para poderla comer. Los
mortales no son caníbales ni animales salvajes que comen
la carne cruda. Sólo pueden comerla si está cocinada, es
decir hervida o asada.
Quedarse sin fuego es una catástrofe para los hom
bres. Zeus se siente regocijado. Prometeo idea entonces
una añagaza. Fingiendo indiferencia, sube al cielo, por
donde se pasea como un viajero curioso con una planta en
la mano, un tallo de hinojo de intenso color verde. El hi
nojo tiene una característica especial: en cierto modo, su
estructura es la opuesta de la de las demás plantas. En
efecto, éstas se hallan secas por fuera, donde se encuentra
la corteza, y húmedas por dentro, por donde circula la sa
via, Por el contrario, el hinojo es húmedo y verde por fue
ra, pero está seco por dentro. Prometeo se apodera de una
semilla del fuego de Zeus, spérma pyrós, y la introduce en
el hinojo, que comienza a arder por dentro a lo largo de
su tallo. Prometeo baja de nuevo a la tierra, siempre como
un viajero curioso que se pasea llevando en la mano un ta
llo de hinojo. Pero en el interior de la planta chisporrotea
el fuego. Ese fuego, sacado de una semilla del fuego celes
tial, es entregado por Prometeo a los hombres. Entonces
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