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que  eran  hijos  del  Sol,  para  le  respetar  y  adorar  como  a  Dios  y  como  a
          padre.  Díjoles  que  a  imitación  suya  hiciesen  guardar  sus  leyes  y mandamien-
          tos  y  que  ellos  fuesen  los  primeros  en  guardarles,  para  dar  ejemplo  a  los
          vasallos,  y que  fuesen  mansos  y piadosos,  que  redujesen  los  indios  por  amor,
          atrayéndolos  con  beneficios  y  no  por  fuerza,  que  los  forzados  nunca  les
          serían  buenos  vasallos,  que  los  mantuviesen  en  justicia  sin  consentir  agravio
          entre  ellos.  Y,  en  suma,  les  dijo  que  en  sus  virtudes  mostrasen  que  eran
          hijos  del  Sol,  confirmando  con  las  obras  lo  que  certificaban  con  las  palabras
          para  que  ~os  indios  les  creyesen;  donde  no,  que  harían  burla  de  ellos  si  les
          viesen  decir  uno  y  hacer  otro.  Mandóles  que  todo  lo  que  les  dejaba  enco-
          mendado  lo  encomendasen  ellos  a  sus  hijos  y  descendientes  de  generación
          en  generación  para  que  cumpliesen  y guardasen  lo  que  su  padre  el  Sol  man-
          daba,  afirmando  que  todas  eran  palabras  suyas,  y  que  así  las  dejaban  por vía
          de  testamento  y  última  voluntad.  Díjoles  que  le  llamaba  el  Sol  y  que  se
          iba  a descansar  con  él;  que  se  quedasen  en  paz,  que  desde  el  cielo  tendría
          C1Jidado  de  ellos  y  les  favorecería  y  socorrería  en  todas  sus  necesidades.
          Diciendo  estas  cosas  y  otras  semejantes,  murió  el  Inca  Manco  Cápac.  Dej6
          por príncipe heredero  a Sinchi  Roca,  su  hijo  primogénito  y de  la  Coya  Mama
          Odio Huaco,  su  mujer  y  hermana.  Demás  del  príncipe  dejaron  estos  Reyes
          otros  hijos  e  hijas,  los  cuales  casaron  entre  sí  unos  con  otros,  por  guardar
          limpia  la  sangre  que  fabulosamente  decían  descender  del  Sol,  porque  es  ver-
          dad  que  tenía  en  suma  veneración  la  que  descendía  limpia  de  estos  Reyes,
          sin  mezcla  de  otra  sangre,  porque  la  tuvieron  por  divina  y  toda  la  demás
          por  humana,  aunque  fuese  de  grandes  señores  de  vasallos,  que  llaman
          curacas.
              El  Inca  Sinchi  Roca  casó  con  Mama  OcUo  o  Mama  Cota  (como  otros
          quieren),  su  hermana  mayor,  por  imitar  el  ejemplo  del  padre  y  el  de  los
          abuelos  Sol  y Luna,  porque  en  su  gentilidad  tenían  que  la  Luna  era  hermana
          y  mujer  del  Sol.  Hicieron  este  casamiento  por  conservar  la  sangre  limpia  y
          porque  al  hijo  heredero  le  perteneciese  el  reino  tanto  por  su  madre  como
          por  su  padre,  y  por  otras  razones  que  adelante  diremos  más  largo.  Los  de-
          más  hermanos  legítimos  y  no  legítimos  también  casaron  unos  con  otros,  por
          conservar y  aumentar  la  sucesión  de  los  Incas.  Dijeron  que  el  casar  de  estos
          hermanos  unos  con  otros  lo  había  ordenado el  Sol  y  que  el  Inca  Manco  Cá-
          pac  lo  había  mandado  porque  no  tenían  sus  hijos  con  quién  casar,  para  que
          la  sangre  se  conservase  limpia,  pero  que  después  no  pudiese  nadie  casar
          con  la  hermana,  sino  sólo  el  Inca  heredero,  lo  cual  guardaron  ellos,  como
          lo  veremos  en  el  proceso  de  la  historia.
              Al  Inca Manco  Cápac lloraron sus vasallos  con  mucho  sentimiento.  Duró
          el  llanto  y  las  exequias  muchos  meses;  embalsamaron  su  cuerpo  para  tener-
          lo  consigo  y  no  perderlo  de  vista;  adoráronle  por  Dios,  hijo  del  Sol;  ofre-
          ciéronle  muchos  sacrificios  de  carneros,  corderos  y  ovejas  y  conejos  caseros,

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