Page 205 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
P. 205
MARCHA A TRAVES DE SIRIA 199
MARCHA DE A LEJA N D RO A TRAVES DE SIRIA, POR E L EUFRATES
Y SOBRE E L TIGRIS
Volvamos, con esto, al relato de los sucesos históricos, de la nueva serie im
portante de ellos que se inicia con la primavera del año 331.
De vuelta en Menfis, Alejandro se encontró con numerosas embajadas de
los países helénicos, ninguna de las cuales regresó a su patria sin haber sido aten
tamente escuchada y sin que sus peticiones fuesen, dentro de lo posible, atendi
das. Al mismo tiempo que ellas, habían llegado a Menfis nuevas tropas, entre
las que se destacaban, principalmente, cuatrocientos mercenarios griegos al man
do de Ménidas y quinientos jinetes tracios mandados por Asclepiodoro; figura
ban además entre ellas, al parecer, unos cuantos miles de hombres de infantería,
incorporados inmediatamente al ejército, el cual hacía ya sus preparativos para
ponerse en marcha. Alejandro ordenó lo necesario para la administración y el
gobierno del país egipcio, poniendo especial cuidado en evitar, por medio de
la división de las facultades de mando, que se concentrase una autoridad dema
siado grande en una sola mano, cosa que podía ser peligrosa, dada la importancia
militar de esta gran satrapía y de los copiosos elementos de poder existentes en
ella. Peucestas, hijo de Macartato, y Balacro, hijo de Amintas, fueron nom
brados estrategas de Egipto y obtuvieron el mando de las tropas acantonadas en
el país, incluyendo las guarniciones de Menfis y Pelusión, como unos 4,000
hombres en total; el mando de la fldta, formada por treinta trieras, fué conferido
al nauarca Polemón. Los griegos residentes en el Egipto o que inmigrasen al
país fueron colocados en conjunto bajo una autoridad especial; los distritos egip
cios o nomos conservaron sus antiguos nomarcas, con órdenes de seguir pagando
sus tributos a éstos con arreglo a las tasas anteriores; la alta inspección sobre
todos los distritos puramente egipcios se encomendó primero a dos egipcios y
luego a uno solamente, y la de los distritos libios a un griego. Al administrador
de los distritos árabes, Cleómanes, griego de la colonia de Naucratis, en el Egip
to, que conocía la lengua y las costumbres del país, se le concedieron, además,
poderes para recibir los tributos reunidos por los nomarcas de todos los distritos,
y se le encargó también, muy especialmente, de velar por la construcción de la
ciudad de Alejandría.
Después de tomar todas estas medidas y proceder a una serie de ascensos en
el ejército, habiéndose celebrado en Menfis nuevas fiestas y un sacrificio solemne
elevado a Zeus, Alejandro partió hacia la Fenicia en la primavera del año 331; la
flota arribó al puerto de Tiro al mismo tiempo que él. El poco tiempo que
el rey pasó en esta ciudad se invirtió en celebrar grandes y fastuosas solemni
dades a la usanza helénica; los sacrificios ofrendados en el templo de Heracles
fueron acompañados por torneos de todas clases celebrados por el ejército; fueron
convocados los actores níás famosos de las ciudades griegas para solemnizar aque
llos días, y los reyes chipriotas, que, siguiendo la costumbre griega, suministra
ron y adornaron los coros, rivalizaron en esplendor y en buen gusto. Luego