Page 455 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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NOTAS 453
significar una cosa: que Aristóteles había dado un prenombre falso al salvadoi
de Roma, Plinio (H. N., Ill, J 57) dice: Theophrastus — primus externorum
aliqua de Romanis diligentius scripsit, nam Theopompus, ante quem nemo
mentionem habuit, urbem dumtaxat a Gdlis captam dicit, Clitarchus ab eo
proximus legationem tantum ad Alexandrum missam. Estos testigos, los más
antiguos de todos, no dicen nada del supuesto incendio de Roma. Las palabras
de Liv., IX, 18: Alexandrum ne fama quidem illis notum fuisse arbitror no
prueban nada, como tampoco el hecho de que los analistas romanos no digan
nada acerca de la embajada de que estamos hablando (οΰτε τις ‘Ρωμαίων υπέρ
τής πρεσβείας τούτης μνήμην έποιήσατό τινα, Arr., VII, 15, 6). Por lo menos,
el interdictum mari Antiati populo est aparece entre las condiciones de paz del
año 338 a. c. Liv., VIII, 14 (donde se advierte una diferencia esencial con
respecto a las condiciones de esta paz con que nos encontramos en Liv. VIII, 11),
no demuestra, evidentemente, que de allí en adelante haya desaparecido de los
mares el nombre de los piratas anciáticos. Las palabras de Tito Livio: Antium
nova colonia missa. .. navis inde longae abactae, interdictum mari Antiati populo
est et civitas data están plagadas de confusiones, como han demostrado Zóller y
otros: el hecho de que los anciatas se quejaran cerca de Roma, veinte años des
pues, de que vivían sine legibus y sine magistratibus (Liv., IV, 20) demuestra
claramente que ni la civitas ni el derecho a inscribirse como colonos fueron con
cedidos a los anciatas en conjunto y que entre la colonia romana, deducida en
este sentido, y el populus no existían un derecho común ni una autoridad común.
Nota 20, a p. 432
Recientemente se ha puesto de relieve, con razones convincentes, que la
descripción de Babilonia por Diodoro (II, 7 ss.) está tomado de Clitarco. No
creemos que haya razones para dudar que, en lo esencial, la ciudad, con sus
construcciones, el sistema de Canales y las obras hidráulicas del Eufrates, hasta
Sipara y aún más arriba, se conservaba todavía en la época de Alejandro. Exis
tían desde los tiempos de Nabucodonosor los cuatro grandes canales que conda-
caín al Tigris, entre Sipara y Babilonia, el gran embalse situado en la orilla
izquierda del Eufrates, cerca de Sipara, para regular los desbordamientos del río,
y los dos grandes canales de la orilla derecha del Eufrates, el Nearsanes, que
arrancaba por encima de Babilonia, y el Palacopas, cuyo punto de arranque se
hallaba a unos 800 estadios por debajo de la ciudad. El hecho de que Tapsaco
pudiera bajar por el Eufrates hasta Babilonia tripulando penteras y tetreras, el
viaje de Nearco con su flota, Eufrates arriba, hasta Babilonia, y, finalmente,
el paso de las trieras del Eufrates al Tigris (por el canal del rey), demuestran
que aún se conservaba en pie, en buena parte, el gran sistema de canalización
sobre el que descansaban el comercio, la fertilidad y, hasta cierto punto, la habita
bilidad de las tierras babilónicas. En relación a esto adquieren su pleno signifi
cado las obras añadidas por Alejandro. Ordenó que se construyese cerca de
Babilonia un gran estanque con abrigos para mil embarcaciones grandes (Arr.,
VII, 19, 4); ordenó que se cambiara de sitio el punto de derivación del canal
de Palacopas, pues el anterior, con sus orillas bajas y lodosas, no ofrecía seguridad