Page 9 - Mitos de los 6 millones
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Asuntos Exteriores del Reich, dió la máxima publicidad a todos los documentos que
pasaban por sus manos y podian presentar matices más ensombrecedores, debilitando así la
posición de Alemania en las negociaciones de paz. Le secundó en ese trabajo el influyente
redactor jefe de la «Vossische Zeitung», su correlegionario Georg Bernhard quien abogó con
todas sus fuerzas por la firma del Tratado de Versalles que, desde el punto de vista alemán,
representaba un verdadero atropello.
Aún después de firmado el tratado de paz, parece persistir una cierta fraternidad entre
derrotismo, comunismo y judaísmo, o, al menos, determinados judíos. El «deus ex
machina» de la propaganda comunista en Alemania era el israelitaWilly Münzenberg,
millonario propietario de periodicos de gran circulación, como «Illustrierte Arbeiter
Zeitung», «Die Welt am Abend» y «Magazinfür Alle». El «Socorro Rojo». otro
instrumento comunista bajo capa de beneficiencia social, contaba entre sus fundadores con
los judios Arthur Holitscher, Alfons Goldchsmitd, Paul Ostreich, Einstein, Max Harden,
Leonhardt Frank y el profesor Elzbacher. Los comandos de acción – los asesinos – que
actuaban por cuenta del Partido Comunista Alemán habían sido fundados y organizados por
otro judío, Hans Kippenberger, verdadero causante moral del asesinato de Horst Wessel,
considerado por los nacionalsocialistas como su héroe nacional, en cuyo asesinato
desempeñó además un importante papel la judía Else Cohn, organizadora del atentado.
Estos comandos llevaron a cabo una labor tan eficaz, que los nacionalsocialistas acusaron al
Presidente de la Policía de Berlin, Grzesinski, hijo de judío y polaca, de propiciar
solapadamente sus actividades. Por otra parte, cuando los miembros de los comandos caían
en manos de la Justicia, eran defendidos con notorio éxito por el abogado judio Litten que,
convicto de haber tratado de influir en los testigos de sus procesos, fué expulsado del
Colegio de Abogados. Los comunistas orientaron sus principales esfuerzos a la infiltración
en las escuelas y universidades. La «Karl Marx-Schule»(Escuela Carlos Marx) estaba
dirigida por el judío Doctor Fritz Karsen (a) Krakauer, y había sido fundada por otro judío,
el Profesor Lowenstein.
También les fué reprochado a los judíos que un miembro de su comunidad Magnus
Hirschfeld, fuese patrocinador de la legalización de la Sodomía y su correlegionaria, la
Doctora Kienle-Jacubowitz, del Aborto. Pero donde más se destacaron los judíos fue en la
literatura bélica y post-bélica: Siegfred Jacobssohn, Kurt Tucholsky, Peter Panter, Ignaz
Wrobel, Bernhard Citron, Theobald Tiger, Kaspar Hauser, Alfred Polgar, Fritz Sternberg,
Rudolf Leonhardt, Hans Siemsen, Emil Ludwig, Thomas y Ludwig Mann, Remarque,
Arnold Zweig y muchos más, todos ellos lanzaron acerbas críticas, durante y después de la
guerra, contra todo lo alemán, y en especiañ contra el Ejército. Tucholsky llegó a escribir:
«Los militares son asesinos... Los voluntarios de 1914 murieron por una porqueria... El
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himno nacional es un mal verso, de poesía charlatana». Otro motivo de crítica de muchos
alemanes hacia su comunidad judía lo constiuía el predominio exagerado de ésta en
determinados sectores primordiales de la vida de la nación. Así, por ejemplo, una
comunidad que, como la Judía, representaba, numéricamente, entre el 0,5 y el 0,7 % (según
las épocas) del total de la población, daba un porcentaje de 7,4 % entre los magistrados de
todo el país, de ellos doce presidentes de Audiencias Territoriales y de Senados, 109
Magistrados de Tribunales Supremos y altos funcionarios de Audiencias Territoriales. En
Berlin, en 1925, los médicos judíos totalizaban el 47,9 %; los abogados el 50,2 %; los
farmacéuticos, el 32,2 %; los actores y directores de escena, el 13,5 %; los dentistas, el
37,5 %, los redactores de periódicos el 8,5 %. Los alemanes alegaban que esa
preponderancia se había conseguido por medios desleales; los judíos, naturalmente, lo
negaban. La misma discrepancia de puntos de vista se observaba con respecto a la afluencia
de judíos en la escena política de Alemania, completamente desproporcionada con la
población judía del país. En efecto ¿Qué ocurrió en el momento en que Alemania cambió
1 Kurt Tucholsky: «Deutchsland, Deutchsland, über alles».
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