Page 27 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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pueblos vecinos a actos de fuerza, que podían provocar así reacciones y complicaciones
internacionales. “ Un pueblo indefenso- decía en un discurso el lugarteniente del Führer
y Ministro Rudolf Hess- incita a “ paseos “ sin riesgo de ejércitos extranjeros. Un
pueblo desarmado en medio de otros armados poderosamente, puede ser una tentación
para hombres ambiciosos que quieren conquistar laureles baratos y para los gobiernos
un motivo de desviar la atención de su pueblo al campo de la política exterior mediante
la aventura de una guerra.
Alemania ha venido reclamando durante años el desarme general conforme a las
declaraciones precisas del Führer: 1º porque esta es una demanda de la moral, del
derecho y de la razón que incluso está así reconocida por el Tratado de Paz. El
cumplimiento de esta demanda estaba indisolublemente unido al desarme de Alemania
como iniciación para el desarme general; 2º porque la descalificación de un gran pueblo
no puede mantenerse eternamente sino que alguna vez ha de tener su fin.
Alemania desarmó bajo un control internacional severísimo. Una enorme cantidad de
material de guerra fue destruida. Cuarteles y fábricas demolidos, muelles de embarque
desmontados, la Renania desmilitarizada, las fortificaciones alemanas arrasadas,
muchas obras voladas, casi todos los buques de guerra entregados y miles de aeroplanos
destruidos, esto fue el resultado de la obra de desarme. El ejército nacional desapareció,
la instrucción de reservas fue prohibida. Incluso las armas más imprescindibles para la
defensa se le negaron al pequeño ejército profesional de 100.000 hombres.
Por el contrario, pasada la guerra, los Estados vecinos a Alemania aumentaron en
grandes proporciones su armamento; mientras que, por ejemplo, Alemania no podía
disponer de un solo aeroplano, Francia tenía 3.046 en servicio, Bélgica 350, Polonia
700, Checoslovaquia 670. Además había cantidades incalculables de aeroplanos de
reserva, miles de carros de asalto, miles de cañones de grueso calibre, así como todos
los medios técnicos para la guerra con gases asfixiantes. Preguntaba una vez el Führer: “
¿Acaso no tiene más derecho la Alemania indefensa y desarmada a exigir la seguridad
que pretenden los Estados armados y coligados entre sí? “
Y sin embargo, Alemania estaba en todo momento dispuesta a disolver toda su
organización militar, a destruir el pequeño resto de las armas que le quedaban, si las
naciones limítrofes hubieran hecho lo mismo. Pero, si los otros Estados no estaban
dispuestos al desarme al cual se habían comprometido por el Tratado de Paz, Alemania
no tenía más remedio que insistir en la demanda de igualdad de derechos.
El deseo de Alemania no era otro que el de poder asegurar su independencia y proteger
sus fronteras. Estaba por tanto dispuesta a renunciar a las armas ofensivas si el resto del
mundo hubiera seguido su ejemplo, y quería declararse conforme con el plan McDonald
sobre el desarme presentado a debate en Ginebra y entrar en cualquier pacto solemne de
no-agresión, ya que no pensaba más que en su propia seguridad.
Con esto llego al segundo fin principal de la política exterior de la nueva Alemania,
entablar relaciones amistosas con los demás países, o dicho en otras palabras, a su
política de paz.
La publicación de este programa se encuentra en casi todos los discursos del Führer y de
sus colaboradores; se puede decir que es el eje central de cuanto en ellos expresa.
Además de lo ya dicho por Hitler en Potsdam al ser nombrado canciller, es de la mayor
importancia lo que declaró en su discurso de paz del 17 de mayo de 1933 que, según las
propias palabras de Hitler, no sólo iba dirigido al pueblo alemán sino al mundo entero.
Después de haber asegurado que “ninguna nueva guerra europea sería capaz de
reemplazar el estado de descontento actual por algo mejor” el Führer añadió: “Como
nacionalsocialista alemán consciente declaro en nombre del Gobierno y de la revolución
nacional que precisamente en esta nueva Alemania nos inspiramos por la más profunda
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