Page 82 - Pacto de silencio
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(!). Ya es un diario matutino (ojo al dato). Porque el mismo día 12 una llamada
telefónica de Madrid —del Dr. F. P. Gallardo del Centro Nacional de Virología y
Ecología Sanitaria— a Atlanta, en el estado norteamericano de Georgia, pide ayuda al
Epidemiology Program Office del CDC. Que envía a Madrid al epidemiólogo
William B. Baine. Tal y como manifestará más tarde la eurodiputada Dorothee
Piermont en el «I Congreso de Internacionalismo de los Verdes» celebrado en Kassel,
en Alemania, en octubre de 1985, investigadores y víctimas implicadas son de la
opinión de que datos, historiales clínicos y documentos establecidos con ocasión de la
visita del epidemiólogo americano, fueron transferidos íntegramente al CDC
norteamericano, no siendo por tanto accesibles ya a los investigadores españoles que
consideran falsa la hipótesis del aceite.
Y continúan las ocasiones perdidas para la investigación y para la curación de los
enfermos, por culpa de la nula atención que los responsables de Sanidad prestaban a
las acertadas observaciones del Dr. Muro. Así, al día siguiente, 13 de mayo
(«Nosotros no dormíamos, yo estuve doce días —doce días— sin dormir, y conmigo
se podía hablar a cualquier hora y estábamos recibiendo siempre», puntualizaría más
tarde Muro), se presentaron en el Hospital del Rey los doctores Munuera y Cañada —
subdirector general de Programas de Salud—, a quienes el Dr. Muro y el Dr. Juan
Raúl Sanz (recuerdo: jefe local de Sanidad de Torrejón de Ardoz), explicaron lo
estudiado hasta entonces, insistiendo una vez más en la vía digestiva y en el foco
ambulante de los mercadillos, cuando en el Ministerio aún estaban diciendo que se
trataba de una enfermedad respiratoria y que el origen radicaba en un mycoplasma.
Al ver que no les hacían caso, y estando ya bien entrada la noche, se les ocurrió que
quizá podrían convencerles las predicciones, porque resulta que el equipo del
Dr. Muro ya había averiguado de dónde procedían los transportes, a dónde se
dirigían, en dónde iban a parar y en qué puestos se venderían las verduras respectivas.
Para ello se Habían dedicado, los días 12 y 13, a intentar conocer en los mercadillos
la procedencia de los productos agrarios que se habían vendido. Averiguan así los
campos de cultivo, tomando además nota de las matrículas de los camiones y de sus
destinos, lo que les permite conocer los lugares a los que serían transportados los
productos. Para ello debe de tenerse en cuenta que los camiones que surten los
mercadillos no sólo transportan las, hasta entonces, sospechosas lechugas y
cebolletas, sino todos los demás productos que se comercializan a través de esta red
de distribución. Les dijeron entonces en dónde iban a aparecer casos nuevos, por
ejemplo en Alcorcón, alrededor de la calle Virgen de Icíar, en Burgos, Móstoles,
Segovia, Valladolid, y que podrían aparecer casos hasta en Bilbao. Al día siguiente —
14 de mayo— se confirmarían las predicciones al preguntar su procedencia a cada
ambulancia que llegaba con ingresos nuevos, correspondiendo los mismos a
Alcorcón, Móstoles; etc., y apareciendo ya los primeros casos en Valladolid y
Segovia.
Pero lejos de ser consultado por las autoridades para que les explicara su sistema
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