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RASSINIER : La mentira de Ulises
exterminio. A partir del momento en que se llega a esto, ya sólo se trata de una cuestión de
aptitud para las construcciones del espíritu y de virtuosismo. Pero el esfuerzo literario que
produce tan excelentes efectos de sadismo es perfectamente inútil y no hay necesidad de haber
vivido el acontecimiento para pintarlo así: bastaría con volver a Torquemada y copiar de
nuevo las tesis de la Inquisición.
No me detengo en la primera parte de la explicación que asemeja los rusos y los
polacos a los judíos en el espíritu de los dirigentes nazis: la fantasía salta a la vista.
EL TRABAJO.
«El trabajo es considerado como medio de castigo. La mano de obra de los
internados es de interés secundario, preocupación extraña a la naturaleza íntima del
mundo de los campos de concentración. Psicológicamente, va ligada a este sadismo
de obligar a los detenidos a consolidar los instrumentos de su servidumbre. .
Es por motivo de accidentes históricos como los campos se han convertido
también en empresas de obras públicas. La extensión de la guerra a escala mundial,
al exigir un empleo total de todo y de todos, cojos, sordos, ancianos, y prisioneros
de guerra, hizo que la S.S. reuniese bajo una dirección común a golpe de látigo en
las tareas más destructoras a la ciega jauría de los internados... El trabajo de los
presos no tenía por fin esencial la realización de tareas concretas, sino el
mantenimiento de los
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«presos protegidos» ( ) en la sujeción más estrecha y más envilecedora.» (Páginas
1
110, 111 y 112.)
Si se ha decidido que la finalidad de los campos era exterminar, es evidente que el
trabajo ya sólo entra en la teoría de la mística exterminadora como un el emento despreciable
en sí mismo. Eugen Kogon, del que se tratará en el capítulo siguiente, partiendo del mismo
principio aunque con mucho menos refinamiento en la forma, escribe a propósito de esto en
El infierno organizado:
«Se decidió que los campos tuviesen una finalidad secundaria, un poco más
realista, un poco más práctica y más inmediata: gracias a ellos, se iba a reunir y
utilizar una mano de obra compuesta por esclavos de la S.S. y que en tanto que se
les permitiera vivir, no vivirían más que para servir a sus amos... Pero éstos que se
han denominado fines secundarios (asustar a la población, empleo de la mano de
obra de esclavos, mantenimiento de los campos como lugar de entrenamiento y
terreno de experimentación para la S.S.) ascendieron poco a poco, en lo
concerniente a las verdaderas razones de envío a los campos, a un primer plano,
hasta el día en que la guerra desencadenada por Hitler, considerada y preparada
por él y la S.S. de una manera cada vez más sistemática, provocó el enorme
desarrollo de los campos.» (Páginas 27 y 28.)
De la yuxtaposición de los dos textos resulta que, para el primero, es el accidente
histórico de la guerra e incluso solamente en el de su extensión a la escala mundial, el que
hace pasar a un primer plano en los fines de los campos la utilización de los presos como
mano de obra, mientras que para el segundo este resultado había sido alcanzado «antes de la
guerre», habiéndole dado ésta sólo mayor importancia.
Yo opto por el segundo: la división de los campos en Konzentrationslager,
Arbeitslager y Straflager ( ) era un hecho consumado en el momento de declararse la guerra.
2
La operación del
[180] internamiento, antes y durante la guerra, se hacía en dos tiempos: se concentraba a los
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En alemán los campos eran denominados “Schutzhaftlager”, es decir, campo de presos protegidos (contra el
furor del pueblo).
2
Campos de concentración, de trabajo y de castigo.
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