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RASSINIER : La mentira de Ulises
Apéndice al Capítulo II
LA DISCIPLINA EN LA PRISIÓN CENTRAL DE RIOM
«Tres destacados elementos deben ser recogidos en cuanto a los medios de disciplina.
»El primero es la institución de una jerarquía interior de presos que cooperan con los
guardianes en el mantenimiento del orden. He oído frecuentemente a franceses indignarse por
la institución de estos auxiliares benévolos de los cabos de presidio en los penales nazis: son
los mismos que no pueden admitir que algunos alemanes ignoraban lo que pasaba en su
suelo, y que no saben lo que pasa en Francia. Hay precedentes, no obstante, para los Kapos,
los Schreiber, los Vorarbeiter, los Stubendienst, etc... Los contables de los talleres, los
capataces (annque hay también civiles), toda la administración, son tomados entre los presos,
y gozan evidentemente de ciertas ventajas. Hay que dejar aparte a los prebostes u oficiales,
explícitamente encargados de mantener el orden. Esto va desde el preboste de dormitorio, que
tiene cerca de su cama un botón para alertar a los carceleros cuando sucede algo anormal
(fumar, lectura, conversaciones, etc.) y del que felizmente hace poco uso – hasta el verdugo
aficial o preboste del «Quartier».
»Ahora me falta por decir lo que es el «Quartier»: la prisión especial en el interior de la
cárcel, y de hecho el lugar de tortura (aseguro que la palabra no es exagerada). Este segundo
elemento de la disciplina lleva, como en el «Infierno» de Dante, diversos círculos. Empieza
con la sala de disciplina, donde en principio se
[155] contentan con hacer andar en círculo a los condenados, con pauses muy breves, a un
ritmo sostenido por una ración especial para el entrenador – mientras que la regla para los
otros es la disminución de la comida -; de hecho, llueven los golpes. Yo mismo he tenido la
suerte de escapar a ellos, pero puedo afirmar que muy frecuentemente he visto salir de la
«Sala» a las pobres víctimas con las huellas visibles de los recientes golpes. Y va hasta la
celda – en principio hasta 90 días consecutivos, equivalentes prácticamente a la pena de
muerte – con una escudilla de sopa cada cuatro días y unes crueles refinamientos que repugna
el expresarlos. En especial, afirmo que ha sido frecuentemente aplicada la llamada tortura de la
camisole, camisa de fuerza que junta los brazos tras la espalda y muy frecuentemente los lleva
después hasta el cuello. Aseguro, por haber reunido innumerables testimonios concordantes,
que ciertos carceleros – ayudados especialmente por el preboste – golpean con diversos
instrumentos, incluyendo la aguja de forja, y a veces hasta que sobreviene la muerte.
Igualmente afirmo que los nazis sólo han aportado perfeccionamientos de detalle al arte de
matar lentamente a los hombres.
»Ahora bien, y éste es el tercer instrumento de la disciplina, estas condenas
aaccesorias» que van a veces hasta la pena de muerte implícita, no son pronunciadas por los
tribunales instituidos por la ley, sine por una jurisdicción que, me parece, ella ignora: el
Prétoire. Este es un tribunal interno de la prisión, presidido por el director, el cual está
asistido por el subdirector (en el argot penitenciario el sous-mac) y el jefe de guardia en
funciones de escribano. Ninguna defensa, una acusación en ocasiones ininteligible, ninguna
respuesta salvo el ritual "Gracias, señor director" que sigue a la condena. Por mi parte, yo
siempre he podido salir de él con una simple multa, reduciendo solamente el derecho de
compra en la cantina (los recursos están limitados al salario, o más bien a una parte disponible
muy escasa, y a una ayuda exterior que entonces era extremadamente reducida pues sólo se
permitía el paquete de ropa interior.) Pero las condenas severas llueven, incluso por el simple
incumplimiento de la tarea impuesta.» Pierre Bernard. (Revolución Proletaria, junio de
1949.)
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