Page 78 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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THEODOR HERZL
               Pero los primeros, que emigran con fervor, entusiasmo, y valen-
            tía, ésos ocuparán los mejores lugares.



            Nuestro material humano

               Ningún pueblo ha merecido tantas apreciaciones erróneas co-
            mo los judíos. Nos sentimos tan oprimidos y desanimados por
            nuestros sufrimientos históricos que hasta los repetimos maquinal-
            mente y les prestamos fe. Una de las falsas afirmaciones es la afi-
            ción desmedida de los judíos al comercio. Ahora bien: sabido es
            que, donde podemos participar en el creciente movimiento de cla-
            ses, nos alejamos prestamente del comercio. La mayoría de los co-
            merciantes judíos hace estudiar a sus hijos. De ello proviene, sin
            duda, la pretendida judaización de los oficios cultos. Pero tampo-
            co en las clases de nivel económico inferior, nuestra afición al co-
            mercio es tan grande como se supone. En los países del este de
            Europa hay grandes masas de judíos que no se dedican al comer-
            cio y no se arredran ante los trabajos pesados. La Society of Jews
            se hallará en situación de preparar una estadística científicamente
            exacta de nuestras fuerzas humanas. Las nuevas tareas que les es-
            peran y las nuevas perspectivas que se abren ante ellos, en el nue-
            vo país, satisfarán a los actuales trabajadores manuales y harán
            que muchos de los pequeños comerciantes, se transformen en
            buenos trabajadores manuales. Un buhonero que atraviesa la cam-
            paña, con el pesado fardo a cuestas, no se siente tan dichoso co-
            mo suponen sus perseguidores. Estableciendo la jornada de siete
            horas, todos esos hombres podrán convertirse en obreros. Por lo
            demás, la Society of Jews se ocupará, desde un principio, de edu-
            carlos para que sean obreros. El judío es económico, fértil en re-
            cursos y posee un fuerte sentimiento de la familia. Hombres seme-
            jantes se adaptan a cualquier actividad, y bastará hacer improduc-
            tivo el comercio en pequeña escala, para apartar de él aun a los
            buhoneros. Para ellos servirán, por ejemplo, la protección a las
            grandes casas de comercio en las que se consigue de todo. Estas
            tiendas, en las que se encuentra de todo, ahogan ya hoy, en las
            grandes ciudades, el comercio en pequeña escala. En una nueva


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