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324 OBRAS DE SELGAS.
pero es lo-cierto que ambos se estremecieron á
la vez como si una corriente eléctrica los hubie-
,
se invadido.
— ¿Qué es esto?— preguntó el Barón con voz
muy apagada.
— No sé! (contestó Guillermo en el mismo
¡
tono.) Parece que un rayo sordo é invisible ha
crujido sobre nuestras cabezas....
Guardaron silencio por algunos momentos,
redoblando la atención de los oídos ; mas no pa-
só mucho tiempo sin que experimentaran et
asombro de una nueva sorpresa. Sin saber de
dónde venía y más bien como si viniera á la
,
vez de todas partes , percibieron clara y distin-
tamente un prolongado suspiro , semejante al
soplo ansioso de una respiración largo tiempo
contenida.
— ¡Demonio! (exclamó el Barón.) Estoes
poco divertido. Nos va á ser preciso creer que
estamos en un mundo invisible.
— Sin duda (dijo Guillermo) lo estamos, pues-
to que nada vemos.
Apenas acababa Guillermo de pronunciar es-
tas palabras , cuando el chasquido sordo que
poco antes les había llamado la atención crujien-
do sobre sus cabezas , volvió á sonar con más
fuerza y en el instante mismo el timbre , vio-
,
lentamente agitado , resonó dentro de la estan-
cia. Entonces los dos amigos vieron levantarse