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338 OBRAS DE SELGAS.
momento fantástico de aquella aparición increí-
ble, dieron á la vez é involuntariamente un paso
atrás , sintieron que la sangre se les agolpaba al
corazón, y los dos palidecieron.... ¡Oh! ¡qué
puerilidades suele tener la naturaleza humana!
Martín por el contrario creía en la apari-
, ,
ción como si la estuviera viendo.... y, en vez de
retroceder, se adelantó para ir en socorro de su
amo ; pero antes de que llegara á la puerta , la
cortina se descorrió con violencia , y apareció
Guillen.
Su presencia causó en el Barón y en Guiller-
mo el mismo asombro que les hubiera cau-
sado la aparición de la prima asesinada.... Aquél
no era el hombre que habían visto la última vez
en el teatro. Las mejillas hundidas , bañadas de
lívida palidez, los labios temblorosos, las pupi-
las iluminadas por un fuego sombrío , daban á
su semblante el aspecto horroroso de la ira des-
esperada. Con el entrecejo fruncido y los puños
tendidos hacia adelante, en ademán amenazador,
estaba espantoso porque jamás la arruga tenaz
,
de su frente se había presentado ni más rencoro-
sa ni más ceñuda.
Sondeó con ansiosa mirada los ángulos de la
sala sin que sus pupilas ciegas por la visión
, ,
que llenaba sus ojos, vieran las personas que
tenía delante.
— Ah ! -(dijo temblando en sus labios deseo-
¡ ,