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MAL DE OJO. 365
ejercía el poder de su magia agitando la varilla
del nigromante por otra parte ostentaba el bo-
,
nete del sabio ; sus prodigios participaban á la
vez del magisterio , de la cátedra y de la alu-
cinación que causan los juegos de manos, y, sea
como quiera, los fenómenos de sus experimentos
se presentaban, lo mismo á los ignorantes que
á los sabios, en nombre de la ciencia.
Aquí se trata de prodigios enteramente em-
píricos ; no hay una teoría siquiera que intente
explicarlos , ni jamás sabio alguno se ha creído
obligado á tomarlos en cuenta. No se realizan
en presencia de ningún público ; carecen de tea-
tro ; son hechos aislados que no han obtenido
nunca el honor de una doctrina : la hechicería se
verifica sin trípode y sin cátedra , y no forma
ni escuela ni secta. El mago que posee ese don
diabólico, no hace profesión de su funesta in-
fluencia, y acaso él mismo ignora el poder de
que dispone y es un don funesto , concedido con
;
preferencia á las mujeres.
Si este influjo es puramente en el individuo;
si sólo obra en momentos determinados; si es
voluntario ó involuntario, son cuestiones que
nunca he visto suscitadas ni jamás resueltas.
Acerca de este punto, el misterio aparece rodea-
do de tinieblas impenetrables.
El efecto que produce se ve, se palpa, se la-
menta; pero la sustancia del fenómeno, la causa