Page 118 - Novelas
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        se  ,  cubriéndolo de manera  , que  á  no
        ser mirado con malicia y sosf)echosamen-
        te  , no se podía caer en  el agujero. La
        segunda noche  le  dio  los instrumentos
        Loaysa  , y  Luis probó  sus  fuerzas  , y
        casi sin poner alguna  , se halló rompidos
        los clavos y con la chapa de la cerradura
        en las manos  : abrió  la puerta  , y reco-
        gió dentro á su Orfco y maestro, y cuan-
        do le vio con sus dos muletas y tan an-
        drajoso,  y tan fajada su pierna  , quedó
        admirado. No llevaba Loaysa  el parche
        en el  ojo  .  por no ser necesario  , y  así
        como entró, abrazó á su buen discípulo,
        y  le besó en el rostro  . y luego  le puso
        una gran bota de vino en las manos  . y
        una caja de conserva y  otras cosas dul-
        ces  , de que  llevaba unas  alforjas bien
        proveídas  ; y dejando las muletas  , como
        si no  tuviera mal alguno, comenzó  á
        hacer cabriolas  de lo cual  se admiró
                ,
        más el negro, á quien Loaysa dijo:
         —Sabed, hermanó Luis, que mi cojera
        y estropeamiento no nace de enferme-
        dad  , sino de industria, con la cual gano
        d* Comer, pidiendo por amor de Dios, y
        ayudándome dclla y de mi música, paso
        la mejor vida del mundo  . en el cual to-
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