Page 135 - Novelas
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       El Celoso Extremeño.  131
   do á ellas le llegó, le parecía que  se es-
   tremecía, y ella quedó mortal, parecién-
   dole que le había cogido en  el hurto. En
   efeto: como mejor pudo le acabó de un-
   tar todos los lugares que le  dijeron ser
   necesarios, que fué lo mismo que haber-
   le embalsamado para la sepultura.
    Poco  espacio lardó  el alopiado  un-
   güento en dar manifiestas señales de su
   virtud  . porque luego comenzó á dar el
   viejo tan grandes ronquidos, que se pu-
   dieran oir en la calle; música á los oídos
   de su esposa más acordada que  la del
   maese de su negro: y aún mal segura de
   lo que veía, se llegó á él y le estremeció
   un poco  , y luego más  , y luego otro po-
   quito más  , por ver  si despertaba  , y á
   tanto se atrevió, que le volvió de una
   parte á otra  sin que despertase. Como
   vio esto,  se fué á la gatera de la puerta,
   y con voz tan baja como la primera lla-
   mó á  la dueña  , que allí la estaba espe-
   rando y le dijo
    —Dame albricias, hermana: que Carri-
   zales duerme más que un muerto.
    — Pues ;á qué aguardas á tomar la llave,
   señora? (dijo la dueña)  ; mira que está el
  músico aguardándola más ha de una hora.
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